Árboles plantados, siempre en presente

El arte como reflejo de la sociedad

En todas las especies encontramos diferentes expresiones de comunicación: Las abejas realizan una serie de desplazamientos y movimientos que son descifrados por sus iguales para conocer la dirección y distancia del polen tomando como referencia su propio panal. El ojo humano lo interpreta como danza, danza de la vida pudiera decirse; sin embargo para el gato, el ronroneo, que es una forma de expresión única en los felinos (quienes también usan otros sonidos, por ejemplo los murmullos), no se considera música, ni canto, sino que lo entendemos como un sistema de comunicación.

Y así podría extenderme con muchos otros ejemplos, pero voy hablar del individuo quien siente la necesidad de comunicarse de una forma más compleja, no sólo por razones tácticas o para cubrir necesidades básicas: alimento, cobijo; sino, como bien explica Maslow en su famosa pirámide, los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados en sus afiliaciones (sociales) y de reconocimiento y aquí entran las expresiones que luego llamaremos arte.

Árboles plantados, siempre en presente
El arte refleja, su tiempo es el presente.

El individuo necesita dejar testimonio de su existencia, con una visión del mundo propia y colectiva, bien sea a través del reflejo (copiando a la naturaleza), la reinterpretación del entorno (con un toque fantástico o cargado de ficción futurista) o la reinterpretación de otras obras pasadas en otros formatos o el mismo, pero con adaptaciones, actualizaciones,  ya que la imaginación parte de lo que conocemos, creando formas y situaciones a partir de cosas habituales que varían de acuerdo a la época, lugar, país o continente de donde esté o dónde se hayan formado sus creencias.

Si nos remontamos a la prehistoria, a través de sus expresiones podemos deducir que era básicamente utilitario además de tener un carácter mágico-religioso, ya que vemos en ellas un sentido del culto y al no existir la escritura, no hay testimonio de algún dogma que nos permita hablar de religión. Plasmaron las explicaciones que rellenaron los huecos de conocimiento sobre el entorno y la propia vida, esto lo supimos en el siglo XVIII, por filósofos como Kant que defendieron la tesis de que las «cosas» existen con independencia de la conciencia humana, pero que al ser conocida por nosotros ya pasa a tomar parte nuestra, la conocemos y la anexamos a nuestro conocimiento de las cosas. Ya luego, mucho después, por la neurociencia cognitiva que nos dice que percibimos lo que estamos preparados para percibir.

Así que al realizar los monumentos megalíticos, por ejemplo, el individuo expresó el discurso del momento, su realidad. A través de la historia vemos cómo el individuo sigue expresando su entorno, llenando también los huecos de conocimientos y de su propia vida valiéndose de la fantasía, “recreando” una realidad asignada y de la ficción del artista.

Por esta razón, desde que tenemos testimonio de la existencia de las personas, el arte ha servido para representar la realidad como un claro reflejo de su época. De allí que podamos estudiar sus costumbres y creencias en tiempos pasados. Las ideas del arte son parte de pensamientos colectivos de una época concreta que se moldean, de acuerdo al momento histórico, desde la perspectiva de los grupos dominantes. Al mismo tiempo esas expresiones son el motor de la próxima época, de cambios productos de visiones que van permeando esa realidad que compartimos, así los nuevos contrastes, las nuevas pinceladas, las nuevas estructuras, la revisión de conceptos de realidad y de utilidad.

Por otra parte, además de que cada época ha ido tirando de hilos que van explicando el tejido de lo que percibimos, estos también se han usado para acreditar o desacreditar al pasado y sus manifestaciones.

Una obra de una época pasada, desarrollada en un país con una estructura social determinada, hoy se pudiera censurar al considerarla bajo una perspectiva diferente, lo ocurrido a la escritora Ingalls Wilder (1867-1957) autora, entre otras obras, de Little House on the Prairie, libro que fue adaptado dando 9 temporadas de una serie de TV entre 1974 y 1983 con un remake en 2005 llamada en las diferentes traducciones al español:  La familia Ingalls, La casa de la pradera, Los pioneros. 

Aunque todos pensamos que es injusto juzgar una época pasada con la perspectiva del presente, esto ha ocurrido y seguirá ocurriendo ya que los grupos que van llegando al poder pretenden borrar, por decirlo de alguna forma, las ideas que no son compartidas por sus intereses.

La casa (racista) de la pradera

(El país, julio 2018 noticia completa en este aquí)

Pero lo que representaron las ideas pasadas no se pueden borrar de un plumazo de la consciencia colectiva. Por otra parte, las nuevas perspectivas que no complacen a la ideología dominante tampoco pueden ser ignoradas y los cambios que estas traen llegarán tarde o temprano.

Así el arte se mueve en una reinterpretación-reflejo de lo que es, siempre en presente, aunque se hable del pasado o del futuro refleja las ideas en gestación o ya asentadas del presente. Un ejemplo puede ser la serie Narco con una visión renovada de la problemática del narcotráfico en Latinoamérica y su relación con EEUU.

Otro ejemplo de ello pudiera ser El cuento de la criada, escrito en 1985 por Margaret Atwood. El libro refleja a un personaje principal con una características muy diferentes a la June que dibuja la serie de Hulu, así también la solución y el final que se plantea son muy diferentes. Se adapta a los tiempos, a su discurso y a la perspectiva dominante.

En la actualidad (igual que siempre. Épocas más, épocas menos) el arte refleja muchos mensajes y el artista es cualquiera que tenga una propuesta y sea capaz de mostrar claramente (el estudio de las bellas artes ya no es requisito indispensable y existen múltiples disciplinas) el mensaje sigue siendo sobre lo que nos preocupa y ocupa, variando desde la denuncia sobre lo cotidiano, sobre lo eterno, dejando a un lado la religión tradicional y experimentando con otras creencias; abrazando lo positivo del “si yo quiero yo puedo” o transformándose simplemente en  merchandising. Con la tecnología al alcance de todos aparece un público que valora, consume y quiere hacer arte. Los temas se van  enfocando según el público a quien se dirija, cada uno tendrá un lenguaje más o menos uniforme, de técnicas y discurso con algún que otra propuesta diferente que según el mercado será más o menos exitosa. Sobre el arte al servicio del mercado y convertido en merchandising hablo en otros post más detalladamente, así como sobre la tecnología como herramienta que refleja lo eterno o lo efímero de las épocas y sus discursos.




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4 comentarios en “El arte como reflejo de la sociedad

  1. Hola Rosa.
    Mucho ha cambiado el arte como reflejo de la sociedad desde el momento que los creadores se independizan del poder. Antes era un reflejo de cómo veía quien gobernaba esa sociedad, más adelante era crítica y nuevos puntos de vista. Ahora hay una curiosa mezcla entre ambas posiciones.
    Un fuerte abrazo 🙂

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    1. Miguel, estoy de acuerdo contigo, aunque creo que el arte siempre ha sido utilitario (desde la prehistoria hasta el diseño actual) y ha servido para reflejar, para transmitir o para advertir sobre las ideas de su época (el poder, la religión, los gremios, etc. y el artista siempre encontró la forma de «burlar» los mecanismos de «control»). Aunque los cambios se han dado como en una espiral… que nos devuelve al inicio, pero avanza al mismo tiempo. 😁 Si el artista no está cerca del poder (en cualquiera de sus expresiones) no se da a conocer y aquí sí pienso que hay una gran ventaja actual, ya que el poder de la comunicación es más extenso, no depende tan solo de un gobernante o grupo. Un abrazo 🐾

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