A propósito de Happy! (serie, 2017)

Happy! (2017) basada en el comic book del mismo nombre creada por el escritor, Grant Morrison y  Darick Robertson con las actuaciones de Christopher Meloni como Nick Sax; Bryce Lorenzo como Hailey Hansen y Patton Oswalt como la voz de Happy, hicieron que me enganchara a esta serie que de momento tiene dos temporadas.

Se puede ver si quieres:
Asustarte 😮😮😮⚪⚪
Luchar por la justicia 😎😎😎⚪⚪
Pelearte con el mundo 🤨🤨⚪⚪⚪
Pensar 🤔🤔🤔⚪⚪
Reir  🤩🤩🤩⚪⚪
Test de Bechdel

Sus dos temporadas se desarrollan en ambientes festivos con un claro mensaje sobre el amor filial y los programas infantiles, pero no con escenas dulzonas llena de regalos, sino con imágenes difíciles de digerir por su crudeza. Claro, es así, porque es una serie con tintes muy gore aunque no deja de ser una novela negra hecha comedia… vaya mezcla, pero es así de loca.

Aceptada la premisa de la serie: Existencia de los amigos imaginarios que solo las almas inocentes pueden ver, me pregunto desde el primer momento por qué Nick no pierde el contacto con Happy a pesar de su conducta «inapropiada» ¿Y eso cómo puede ser? ¿Será simplemente porque es indispensable esa relación para poder desarrollar la trama? Encontré la respuesta casi al final de la segunda temporada. ¡Qué angustia! Y es que amigos imaginarios a los que aferrarse los hay para todas las edades y creencias.

La mezcla de los elementos de la novela negra (el crimen, la injusticia, policías con conflictos internos, la corrupción) los de la comedia física, la fantasía onírica y (aunque no nos guste mucho por su estética violenta, sangrienta y desagradable) los del gore, nos muestra una belleza que va más allá de la imagen, me refiero a la propuesta que va directa al cerebro sin tamices ni máscaras que resulta fuerte y bien contada.

Este mensaje sobre el amor filial se recrudece en la segunda temporada donde, además de continuarlo, se amplía hacia las relaciones de trabajo, entre amigos y conocidos. También insiste sobre los programas infantiles, sus contenidos y la admiración o el fanatismo que despiertan sus presentadores o «estrellas» en el público infantil. Es impresionante cómo se plantea este problema en la serie. Es la trama principal que lleva a los protagonistas a situaciones límites y desenlaces espeluznantes.

Me obligó a pensar que generalmente los programas infantiles los vemos con el «rabillo del ojo». A veces solo para apreciar sus colores llamativos, sin preocuparnos por el posible mensaje que tengan.

Pero si les lanzamos una mirada más crítica nos podríamos percatar que algunos no siempre están en concordancia con las creencias (o con lo que dicen que creen) los representantes/padres de sus fanáticos espectadores. Al parecer a muy pocas personas les importa este tema porque ¡total! solo son programas infantiles y los dibujos/colores son bonitos o están de moda, pero ni idea de lo que ocurre en la cabeza de quien lo ve.

Happy! nos lanzan una excelente llamada de atención. Nos muestran cómo Hailey Hansen pierde su inocencia y poco a poco se va transformando hasta llegar a un final que a mí me pareció aterrador por su contenido conceptual. Ojalá Netflix recupere la serie y nos de una tercera temporada.


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Un comentario en “A propósito de Happy! (serie, 2017)

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