Cuando la oscuridad se apoderaba de los campos y ciudades los fantasmas marchaban en busca de aventureros e incautos, bien para asustarlos o para atrapar a sus almas en los confines del inframundo.

Aquellos que podían regresar a sus hogares eran fieles testigos de cuentos terroríficos, alimentados con sus testimonios noche tras noche. Incluso algunos habrán dicho ver a una sombra con un apero de labranza para segar a ras de tierra. Un traje negro con capucha les impidió ver su rostro pero, el tamaño y lo imponente de su figura les indicaba que no era de este mundo. Pronto esa sombra, espectro o asesino tomó nombre y a la Muerte se le representó sin rostro y con su guadaña, ya que era el segador de vidas. Por eso, los prudentes se refugiaban temprano en sus casas.

Esto ocurrió durante un nutrido tiempo hasta que la luz eléctrica puso semblantes a numerosos espectros y nos mostró sombras de cosas conocidas que, en la oscuridad, se transformaban en seres espantosos. Sin embargo muchos de esos seres no quisieron irse, se refugiaron en los corazones y pensamientos de algunos temerosos de las leyes divinas. Se convirtieron en cuentos y leyendas para alertar sobre los peligros de salir solos en las noches de penumbras o de luna llena. La Muerte continuó rondando sin rostro en el pensamiento colectivo llevando con ella su guadaña porque seguía siendo agrícola.

Es curioso que en estos cuentos los «aparecidos» «espectros» «monstruos» tuvieran preferencia por las almas de mujeres y niños, los hombres pudieron aventurarse por las noches desafiando el peligro de lo sobrenatural, logrando vencerlos algunas veces y otras siendo víctimas de cosas más terrenales.

Con la llegada de la ciencia al conocimiento popular nacieron otros «demonios» que, sin hacer distinción de géneros ni de horario, buscan cerebros para mantenerse con vida. Ya nadie está a salvo ante estos mutantes de virus desconocidos que surgieron cuando el humano desafió las creencias divinas y la ciencia los devolvió de la muerte. Sin embargo esto no transformó la apariencia de la Muerte, ella sigue siendo agrícola, autónoma, no respeta horario, va teatralmente a su antojo y al parecer solo los elegidos pueden ver su rostro pero no regresan para contarnos cómo es.

A medida que los tiempos corren el trato con lo sobrenatural se va transformado en cotidianidad, en celebraciones populares, creando una relación más relajada, más cercana que resta el terror de otras épocas.

Se me ocurre pensar que ya no son las cosas del «más allá» ni los seres de otros planetas que, en su afán de apoderarse de la tierra se introducen en nuestros cuerpos a través del agua o de alimentos, o los fenómenos científicos-tecnológicos que aún no conocemos bien, lo que nos causan pánico hoy en día, sino las circunstancias cotidianas que ya ni la fantasía puede disfrazar.

Mi lista para esta semana de Halloween:

Locos al poder:

Para los amantes de los clásicos:

Miedos del pasado que rompen familias: 

Simpáticas, pero de miedo:

La vida y la muerte, caras de la misma moneda:

Romanticismo del puro:

Un poco de «buuu» con sentido y para pensar:

American Horror Story:

Zombis

---

---

---