En la película Love and Monsters (2021) se pierde la libertad en aras de la seguridad, al parecer no hay más expectativas, tal vez sí exista otra vía. Por otro lado el estilo y la forma en que se narra recuerda un poco, o eso me pareció, la sensación de la película Laberinto (1986) 

La puedes ver si quieres:

En la reseña de Netflix leemos: «Siete años después de sobrevivir a la invasión de los monstruos, el adorable pero desafortunado Joel abandona su cómodo búnker para lanzarse a la búsqueda de su exnovia» Una alocada aventura apocalíptica con Dylan O’Brien (‘El corredor del laberinto’) y Jessica Henwick (‘Juego de Tronos’)

Los sobrevivientes se comunican con una improvisada radio para saber si los otros, que están en las mismas condiciones, siguen con vida. Como cosa curiosa no hay más conversaciones entre ellos. ¿Será que cuando una amenaza escapa de nuestra comprensión dejamos de hacer preguntas?

En el films transcurren siete años en esta monotonía, hasta que el protagonista Joel (Dylan O’Brien) se cansa de solo “estar vivo” y decide enfrentarse al mundo exterior. Se lanza a la aventura con la excusa de re-encontrarse con Aimee (Jessica Henwick), su amor pre-adolescente.

Al no tener los conocimientos ni las habilidades para enfrentarse a los monstruos que están en la superficie, sus compañeros de cautiverio le recomiendan se esconda cuando sienta que está en peligro. Han aprendido que la forma más simple de conservar la vida es permanecer en silencio, pasar desapercibido, esconderse en las sombras.

Por otro lado todos piensan que el exterior está dominado por la fuerza física y abandonar la seguridad del refugio sin saber defenderse de los monstruos, parece una locura. Pero para sorpresa de él y de nosotros los espectadores, el mundo exterior está lleno de aire fresco, lluvia, sol, plantas y por supuesto de monstruos. Lo que no abundan son los humanos. Están escondidos en sus respectivos refugios.

Esta va por otro camino… y aunque se habla de un romance pre-adolescente, el films tampoco trata del amor de pareja… No es una película científica ni romántica con final feliz de “y vivieron felices para siempre” Esconde algo más bajo la capa de historia juvenil.

Desde su inicio me atrapó con su narrativa sencilla, como si se tratara de un cuento divertido. A medida que se desarrolla la trama se fueron colando en mi mente algunas preguntas: ¿Qué salvaría en caso de una emergencia, de una evacuación? La madre de Joel le pone en sus manos una lámpara de araña ¿?… ¿Cuáles monstruos son más peligrosos, los reales o los imaginarios? …  ¿Se puede vivir sin expectativas de futuro?…  ¿Qué hacer cuando el mundo que conocimos ya no existe?….

Por otro lado los animales-monstruos son para la mayoría de los sobrevivientes terribles pesadillas. Cuando Joel y Boy se encuentran con Clyde (Michael Rooker) y Minnow (Ariana Greenblatt), dos personajes encantadores que viven en la superficie como seres libres, éstos les explican que los monstruos también son víctimas, no todos son asesinos, están hambrientos y al igual que todos buscan comida.

Cabe destacar las excelentes actuaciones de Hero y Dodge, que interpretan a Boy. Es curioso el desarrollo de este personaje, desde que aparece plantea su posición y a medida que la trama se desarrolla él, al igual que Joel, supera sus miedos y recorre el tradicional camino del héroe a la par que el protagonista humano. Pero ojo, no es un anexo al personaje principal, es uno con ladrido propio.  

Particularmente me parecieron ingeniosos los excelentes dibujos de Joel explicando cómo sobrevivir en ese mundo nuevo. Es una película fresca que deja una agradable sensación y muchas preguntas, entre ellas la cuestión sobre la libertad vs. seguridad, tal conflicto no es real, sino un pseudoproblema. La vida es como es: incierta, es decir insegura y esto no es motivo para dejar de vivirla.

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