
El vecino del piso 7
El amanecer llega reluciente, con luces que pintan las calles de amarillos y rosa. Los cálidos rayos del sol abrazan el paisaje solo lo justo para dejar una suave sensación de calidez que invita a pasear. Sin embargo, en el edificio #125 reina la oscuridad. Las luces dejaron de funcionar. Los grandes ventanales y espejos están opacos, solo reflejan penumbra. El sonido exterior tampoco traspasa los muros. Adentro solo se escucha el eco que producen los apresurados pasos de los vecinos y sus voces al preguntar qué ocurre.
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