El incidente del 22 (relato corto)

El Día del Resurgimiento Humano es la única celebración aprobada por el Estado mundial para celebrar el salto evolutivo de la raza humana. Las mejores filarmónicas se preparan con maratónicos ensayos durante todo el año para ofrecer las melodías simétricas que amenizarán el festejo.

Las trompetas suenan en el momento exacto que puntualizó la Comisión Mundial de Celebraciones, sin importar la hora de cada zona geográfica, todos los humanos del mundo están obligados a asistir. Luego del anuncio vienen los aplausos, que deben prolongarse por veinticinco minutos. Tiempo suficiente para permitirles a los individuos EQ realizar su majestuoso camino por la pasarela de entrada y lucir con orgullo el máximo símbolo de la evolución humana, su rostro carente de expresión, absolutamente neutro, enmarcados con lacios cabellos sin movimiento.

La mayoría de los individuos sufrieron la mutación, pero no todos dieron el paso a la perfección. No se comprendió el porqué de ese fracaso. En la actualidad, los EQ explican que la no-transformación se debió al inconsciente disfrute de las pasiones en vez de trabajar en su control. Les faltó el espíritu adecuado para poder lidiar con el cambio. «Individuos que no tienen lo que hay que tener» fue el titular de la rueda de prensa que anuncia el inicio de las festividades. Lo acompañó otro anuncio significativo «Lo práctico y funcional prevalece en un individuo para que pueda ser reconocidos EQ», también se le recordó a la población mundial que solo los que lograron disfrazar sus afecciones y deseos pudieron equilibrar sus cuatro lóbulos cerebrales para dominar las funciones del cuerpo y así expresar a voluntad diversas ideas, aunque sean contrarias a los sentimientos y emociones causadas por ellas mismas.

En la magna celebración, los encargados de organizar el espacio y saludar con una leve inclinación de cabeza a los EQ, son los conocidos como Malformacionistas. Pobres seres a medio camino de la evolución que no supieron lidiar con las emociones. Así que, sin saber cómo dejar de expresar, mostraron constantemente gestos que podían ofender a terceros. Por esa razón el Ministerio del Rostro Perfecto para la Aceptación Social (MRPAS) se vio en la necesidad de modificarlos. Para ellos se esculpieron cejas muy bien delineadas, ojos avellanados, nariz y orejas pequeñas, pómulos sobresalientes, labios prominentes y una sonrisa majestuosa, eterna. De esta forma, al unificar fisonomías, se crearon imágenes serviciales acordes con su función corporativa.

La escalinata de acceso al escenario, en donde se desarrollarán la mayoría de las acciones, ha sido pulida por los sonrientes Malformacionistas tres veces al día desde que terminó la última fiesta, el año pasado. Hoy luce impecable. La cinta azul, que representa la línea de restricción la bordaron con hilos de zafiros, como símbolo de la sabiduría, fidelidad y lealtad. A un lado de la escalera, distribuidos de forma simétrica, están los sillones que mantienen la distancia conforme a los cánones establecidos por la Comisión de Medidas Milimétricas Mundial. Así, los EQ de cada región pueden apreciar el espectáculo, subir y bajar del proscenio para realizar el breve discurso sobre el éxito y crecimiento alcanzado gracias a la evolución de la raza. Mientras esperan sus turnos para dirigirse a la masa, conversan entre ellos, beben y se mueven libremente. Si algún humano, que no sea EQ, alcanzara a escuchar los acuerdos a los que se llegan en esta festividad su condición de involucionado no le permitirá comprender que digan lo mismo y lo contrario sin inmutarse. Solo un EQ puede lograr que una idea y su contraria sea verdadera al mismo tiempo y en el mismo sentido. Los demás asistentes a la celebración permanecen en los lugares que les corresponden de acuerdo con su estrato social.

El ambiente se llena con la música establecida por el Ministerio de la Escucha Empática. Sus notas no suben ni bajan, se repiten insistentemente y logran el efecto monótono que embriaga a todos. Son ejecutadas por Malformacionistas que consiguieron algo de control en sus emociones, aunque no el deseado para llegar a la perfección. Están capacitados, bajo la supervisión de los EQ, para ejecutar trabajos especializados dentro de diversos campos, entre ellos el arte. El MRPAS transformó sus rostros en uno neutro de orejas grandes, narices prominentes, aguileñas, labios rectos, delgados, sin sonrisa, ojos desorbitados, recubiertos con gafas de vidrios gruesos y cejas con un leve toque de descuido. Con esta cirugía social se logró que tuviesen más seguridad en sí mismos, al no desvelar sus intenciones ni emociones con los rasgos faciales, a la vez que inspiraran respeto a los humanos menos evolucionados.

Durante la celebración está previsto la representación del acontecimiento conocido como El incidente del 22. El elenco está formado por Malformacionistas de diferentes tipos y por otros individuos que se encuentran entre el público, lejos de los EQ, pero cerca de las escalinatas. Estos sujetos son capaces de expresar con movimientos y gestos, pensamientos propios. No pueden ni desean esconder sus emociones. A pesar de que son seres absolutamente involucionados, escasos y que mantienen sus caras de nacimiento, con la evolución vino la aceptación de todo, incluso de ellos que fueron llamados, desde el cariño, los Simples. Para que se adaptaran a la sociedad, se les asignaron tareas menores conforme a sus capacidades. Son cuidadores y limpian los hogares de los Malformacionistas, obtienen ayudas alimenticias y solo algunos, en determinadas fechas del año, tienen acceso a un tratamiento socio-facial.

Se escuchan susurros propios de los preámbulos a la representación teatral. Todos ocupan sus lugares en perfecto orden y en el momento exacto se produce el silencio mundial que indica el comienzo de la obra. En todo el mundo se respetan los tiempos y las acciones se ejecutan con precisión milimétrica, algunos dicen que un comité especializado monitoriza los movimientos mundiales y de allí que se realicen con tanto cuidado; sin embargo, otros sospechan de la no existencia de dicho comisión, pero nadie se arriesga a comprobarlo, todos cumplen a cabalidad las normas.

El silencio se rompen cuando unos EQ (representados por Malformacionistas) arrojan desde los balcones simulados con la escenografía, restos de alimentos a los Simples. Es comida real por los que éstos no necesitan actuar para emocionarse y recogerla del suelo. Uno de los actores, a manera de juglar, toma a un Simple al azar, lo saca de su grupo de iguales y lo acerca al dibujo del ventanal. Le mueve la cabeza para que observe, entre los otros intérpretes que fingen ser invitados a la fiesta, al que se desplaza con una placa de acero inoxidable austenítico, que imita a una bandeja de acero 304. La lleva con una mano y sobre ella hay bolas de cristales rosa claro marmoleado ligeramente con naranja y vetas blancas que simulan ser las grasas de una apetitosa carne. Representa a un mesero y simula no darse cuenta de que es observado por el Simple, a quien el juglar mantiene sujeto para realizar la teatralización, según la tradición.

El juglar mueve la cabeza del Simple y con ademanes explícitos le indica que siga con ojos ansiosos a la bandeja. Da saltos de un lado al otro, hasta lograr que los pies de él acompañen a esa mirada y lo impulsa a realizar pasos sigilosos. Después lo lanza unos peldaños arriba de la imponente escalera para que caiga en la peligrosa cinta azul, que marca el fin del límite permitido. Allí se aleja, para dar paso a un par de Malformacionistas que toman por los hombros al indefenso Simple. Lo inmovilizan atándolo con la cinta azul. Se disponen a lanzarlo escaleras abajo, pero la voz de un actor (en el papel de un EQ) interrumpe la acción.

—Deténganse, no lo arrojen aún. —Habla con elegancia y pronto los demás actores (invitados a la fiesta) se asoman por los ventanales dibujados y se acercan al lugar de la acción. El EQ abre los brazos, mira al cielo y con voz neutra, pero exigente, dice —Exijo la presencia de los especialistas.

Se escuchan pasos de personas que corren por detrás del escenario y aparecen un par de Malformacionistas especialistas (que no son actores). El que simula ser un EQ retoma su pose histriónica y pregunta:

—¿Quieres estar entre nosotros? —El Simple no sabe si esto es parte de la representación teatral o si es algo real, por eso opta por permanecer en silencio, con la cabeza gacha. El pánico se apodera de él al escuchar a un EQ susurrar:

—Qué buena actuación, parece que en verdad está asustado.

—Es cierto, hay que felicitar al juglar por la buena elección del participante.

El actor que representa al EQ, esperó el fin de ese pequeño diálogo, luego prosiguió con su papel y alza la voz:

—Especialistas, realicen aquí mismo la transformación.

Se produce un breve silencio; luego, de forma unánime, los EQ actores y los verdaderos, aplauden la medida. Los Malformacionistas, que lo mantienen amarrado con la cinta azul, lo llevan al centro del escenario que se ha despejado y lo acuestan en el suelo. El Simple se defiende, trata de lanzar patadas, pero las enérgicas manos de los que lo sujetan, se lo impiden. Sus aullidos de terror anuncian un dolor indescriptible. Queda inconsciente mientras los especialistas, impávidos, borran su fisonomía.

La sangre corre por las escalinatas. El público EQ aplaude complacido. Sin perder su ecuanimidad, entre risas y bromas muy bien estudiadas, contemplan la intervención. Mientras, en la calle los Simples tratan de correr, pero los Malformacionistas guardias los obligan a permanecer y observar lo que allí acontece. Gritos ahogados, gestos de dolor, miedo, angustia, movimientos que no llegan a desarrollarse, de esa forma, todos los Simples presencian cómo se concreta, sobre la piel del infortunado compañero, la transformación de la nueva fisonomía.

Los especialistas conservan su control y aunque no son actores, representan bien el papel de expertos pasados de alcohol. Borran la expresión de la cara del Simple, que permanece inconsciente en el suelo. Luego, con una calma que hiela la sangre de los Simples que están en la calle, dibujan una media sonrisa. La nariz, orejas, ojos los moldean tan pequeños que casi desaparecen y no esculpen las cejas. Al terminar se alejan. Con las manos ensangrentadas le indican a los Malformacionistas, que aún mantienen maniatado al Simple, que lo levanten y muestren el rostro.

Espectáculo y realidad se confunden en medio de los aplausos, los escuálidos ¡Bravo!, de los EQ y los gritos y lamentos que se escapan de las bocas de los Simples en la calle.

Los actores se llevan al Simple recién intervenido a la parte de atrás del escenario. La sangre brota de su rostro, permanece inconsciente. Luego se devuelven a la escena para saludar. La música anuncia el fin del espectáculo y la entrada de un verdadero EQ al proscenio. Éste anuncia con voz clara:

—Como todos los años, para la celebración de Día del Resurgimiento Humano, El Ministerio del Rostro Perfecto para la Aceptación Social junto al Ministerio Evolucionista, informa que se abre el plazo para que los simples que estén dispuestos a no reflejar sus emociones puedan optar a los nuevos empleos. Dicha convocatoria se cerrará una vez terminada la semana de estas fiestas. Deben solicitar la planilla, cuyo coste, así como el tratamiento correspondiente para el cambio de rostro, se detallará en un próximo boletín. Con esto damos por terminada la celebración del día de hoy.

En orden, comienzan a retirarse. Los Simples esconden sus rostros ante el temor a ser reprendidos por emocionales y evitan comentar la representación. Luego salen los Malformacionistas del público que, amparados detrás de sus máscaras tatuadas, susurran entre ellos sobre lo injusto de que todos los años uno de los Simples logre un escalafón social por encima de sus capacidades. Finalmente, se alejan los EQ.

Detrás del escenario está tirado en el suelo, el Simple. La recién intervención le quitó su dignidad y un charco de sangre cubre su cuerpo.  Se le acercan los dos especialistas de la obra y sin tomar en cuenta de que aun se encuentra al borde del desmayo, uno de ellos dice:

—Felicidades por el inmerecido ascenso. En este documento están detallados los gastos de la transformación de tu nuevo rostro. Firma tu conformidad al pie del papel.

El Simple, que no escucha ni ve bien, intenta incorporarse, pero el dolor y la sangre que aún corre por su maltrecho rostro se lo impiden. El otro Malformacionista, impaciente, le acerca al papel, toma su mano y estampa un garabato.

—El costo de este tratamiento lo pagarás con el trabajo que acabas de obtener. Es sencillo, solo debes limpiar el escenario y ayudar a prepararlo para el año que viene. Procura que la pereza no se apodere de ti, los EQ son muy exigentes. —Explica el Malformacionista y ante la no respuesta, le reprocha —¿No te das cuenta de que tienes mucha suerte? Eres de los pocos Simples que trabaja aquí. ¡Qué afortunada es tu vida! Lo logras sin realizar ningún curso, ni anotar tu nombre en la lista de espera —dice esto y sin más palabras, mira a su compañero y ambos se retiran.

Entre dolores insoportables y espasmos, el Simple no logra mantener su cuerpo en posición alguna. Se queda tumbado en el suelo. Cae en un letargo hasta que alguien lo zarandea. Alza la cabeza, apenas distingue un bulto. A duras penas escucha que la celebración terminó y que debe comenzar su trabajo. Le pide que se incorpore y él se levanta, tambaleante. El Malformacionista no pierde tiempo, le entrega dos cubos muy grandes, una bolsa gigantesca, detergente y un paño. Lo lleva a las escalinatas para indicar en dónde puede buscar agua y le ordena que limpie el pavimento.

—Utiliza el cubo con este detergente. El otro es para introducir los restos de comida. La basura va en la bolsa. No te equivoques porque los alimentos son para repartirlos como ayuda social. Comienza a limpiar la sangre seca, da mal aspecto.

En la soledad de su desespero, no le queda más remedio que comenzar el trabajo. Limpia con el paño que tiene entre sus temblorosas manos y con la cabeza casi a ras del suelo, para poder distinguir lo que sus diminutos ojos no le permiten observar. Sin olfato no advierte los vapores ácidos de los productos de limpieza hasta que alcanzan la maltratada piel del rostro recién adquirido y lo obligan a despegar la cara del piso. Al recoger los desperdicios para colocarlos en las bolsas, siente la tentación de comer alguno de los alimentos que al tacto parecen en perfecto estado, pero no lo hace por temor a recibir otras represalias. Continúa con el aseo del pavimento desatando su furia con fuertes movimientos del trapo, sin apenas escuchar lo que pasa a su alrededor.




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4 comentarios en “El incidente del 22 (relato corto)

  1. Hola, Rosa.
    Menuda distopía nos has presentado. Excelentemente trabajada y narrada con tantos detalles que se sufre, como si hubiéramos estado allí presentes.
    La verdad es que las emociones son las que nos distinguen, no solo de otras especies, sino entre nosotros mismos. En muchas sociedades, mostrarlas es incorrecto e incluso un acto de rebeldía, que se castiga severamente.
    Espero que estemos lejos de esa forma de controlarlas que muestras en tu relato, pero hay muchas formas de castrarlas sin necesidad de cambio físico. Máscaras, velos, maquillajes, barbas… Recuerdo una historia, no así su autor, en donde se dejaban crecer el pelo de forma que se convertía en una cortina frente a sus caras.
    La discriminación tiene muchas formas de represión y solo la dictamina el que gobierne en cada caso. Siempre seremos controlados, aunque no nos estemos dando cuenta. Hoy en día se coartan chistes, risas, aplausos y cuentos, dicen que por respeto a la globalidad, pero ¿no es otra forma de represión?
    Felicidades, Rosa. Tu forma de contar nos hace sentir y haces un grandísimo trabajazo para escribirla.
    Un abrazo bien sonriente y sentido.

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    1. Hola José, como bien dices hay muchas maneras de controlarnos y la mejor es implantar en la colectividad la necesidad de la autocensura. Sin embargo, no podemos olvidarnos que también existen las máscaras y gestos sociales que te acreditan como «persona de éxito o confiable». Estas son tan peligrosas como la primera, pero al ser de tipo «estético» lo confundimos con algo que está de moda y por lo general no le damos importancia. Nos acostumbramos a ver a diferentes individuos con rostros iguales, de tal manera que parecen ser las mismas personas.
      Gracias por el aporte de la historia «en donde se dejaban crecer el pelo de forma que se convertía en una cortina frente a sus caras». No la conozco, si te acuerdas del autor, por favor, pásame su nombre para buscarlo y leerlo. Me parece muy interesante. Gracias también por el comentario. Un abrazo 🐾

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