Un día cualquiera, la muerte entró silenciosa a la casa. Se vistió de sombra para pasar desapercibida, sin embargo, el ambiente se transformó en una densa calma y con el transcurrir de los días, el olor que emanaba delató su tenebrosa presencia. La zozobra, el desasosiego, se apoderaron de nuestros corazones y la placidez huyó despavorida.
La buscamos por los rincones, le pedimos se marchara, pero ella permaneció impasible, aunque reconozco que fue respetuosa. Sin alardear de sus poderes, permitió un tiempo de tregua. Por momentos pensamos que se había marchado. La esperanza entró tímida a través de la rendija de la puerta y nos hizo pensar en un buen desenlace.
Entre altibajos pasaron los días. En donde la esperanza parecía triunfar y la muerte se daba por vencida. Hasta que una tarde, un olor persistente se apoderó del salón y ella, con una extraña amabilidad, mostró su rostro. En ese momento Blanquita, al igual que una Margarita cuyas hojas son desprendidas por una suave brisa, exhaló sus últimos suspiros. Después de darnos una tierna mirada de despedida, sus hermosos ojos se apagaron con suavidad. Por segundos, nuestros corazones se paralizaron para luego acelerar sus latidos de forma estrepitosa y ahogar el llanto que nunca salió.
Atrás quedaron sus juguetes abandonados, sus alocadas travesuras, también se apagaron sus suaves palabras, al igual que sus enérgicos ¡NOU!, para exigir que la dejaran tranquila. Nos queda el consuelo de saber que compartimos el amor, el respeto y que juntas formamos un hogar.
Han pasado los días y aún buscamos a Blanca Margarita, a esa pequeña gatica, por las macetas, por sus lugares favoritos, pero la búsqueda es en vano porque sabemos que esa tarde la muerte la tomó en sus brazos y juntas, se marcharon. Ella no volverá; sin embargo, la muerte en algún momento se hará presente de nuevo. Espero que se demore en reaparecer, su visita no es deseada.



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Tan indeseada como inevitable, así es la señora de la guadaña. Al menos se nos concede toda una vida de ventaja.
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Tienes razón Cabrónidas, por eso hay que aprovechar cada momento. Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾
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Lo siento, Rosa.
Le has dedicado un preciosísimo adiós.
Mucho ánimo. Un Abrazo grande.
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Muchas gracias por tus palabras José. Un abrazo 🐾
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La visita no deseada es inevitable, y cuando llega no se va con las manos vacías 🥺
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Así es Valentina, triste, pero cierto. Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾
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Siempre queda un poso de malas sensaciones, Rosa. La de la guadaña es así cuando aparece. Os quedan sus recuerdos y nuevos pasos furtivos.
Un fuerte abrazo 🙂
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Muchas gracias por tus palabras Miguel. Así es la vida y hay que sobreponerse. Ella siempre estará con nosotras, en nuestros recuerdos. Un abrazo 🐾
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