El punto de partida para este relato es algo de la historia de la reina-faraón de Egipto, Hatshepsut y las leyendas de Sejmet y Bastet, diosas de la mitología egipcia.
En tan solo trece años de reinado, Tutmosis I expandió el imperio egipcio hasta el curso del río Éufrates y antes de morir nombró heredera a su hija Hatshepsut: La principal dama de la nobleza. Sin embargo, una conjura palaciega encabezada por Ineni, el poderoso primer magistrado, consigue sentar en el trono al medio hermano de Hatshepsut y la obliga a casarse con él. Así Tutmosis II se convierte en faraón, pero Hatshepsut no soporta la idea de supeditarse a su medio hermano y marido, desea ser ella el Faraón por lo que se dirige a Nun, la morada donde habitan todos los dioses.
Al llegar habla con Ra, el dios del sol, para conseguir su ayuda. Le dice que su verdadero padre no es Tutmosis I sino el propio Amón, dios de la creación, quien con su sabia prudencia visitó una noche a la gran esposa real y de esa unión nació ella.
Ra la escucha con interés y sonríe por lo atrevido de su relato. Él conoce las verdaderas razones de Hatshepsut, pero ve en ella la habilidad propia de un Faraón y decide ayudarla. Hatshepsut agradecida promete dedicar su reinado a restaurar los templos y le dice que, para honrarlo, al ser designada Faraón tomará como nombre de coronación Maat-Ka-Ra: El espíritu de Ra es justo. Complacido Ra le dice que enviará a la tierra a dos de sus hijas que la protejan, una en los espacios abiertos y la otra dentro del palacio. Hatshepsut se marcha tranquila.
Al poco tiempo de su llegada a palacio se presentan dos hermosas jóvenes que piden pertenecer a su séquito, dicen llamarse Sejmet y Bastet. Por sus encantos y belleza son recibidas con beneplácito por todos, en especial por Ineni. Así Sejmet, la protectora de los faraones y Bastet protectora de los hogares, se introducen en el mundo egipcio. Sólo Hatshepsut puede ver la cabeza de leona con melena de Sejmet y la cabeza de gato de Bastet.
Por las tardes y protegidas por los rayos de Ra, las tres mujeres se reúnen para planificar la venganza de Hatshepsut. Acuerdan que Sejmet con sus atractivas y audaces maneras va a seducir al primer magistrado Ineni, mientras Bastet se compromete a mantener la atención del resto de los habitantes del palacio con sus sensuales bailes. Así lo hacen por varias noches hasta que Ineni está perdidamente enamorado de Sejmet y las tres acuerdan que es el momento para el golpe final.
Hatshepsut organiza una gran fiesta en palacio que se inicia con el sensual baile de Bastet, cuyos movimientos los sigue Sejmet con su cabeza. La melena se ondea al ritmo del baile mientras clava su mirada penetrante en Ineni, para luego ignorarlo. Ineni está hipnotizado y en un arranque de amor, le pide matrimonio. Sejmet finge aturdirse y le dice:
—En palacio hay muchas personas que no son amigas, me temo no poder aceptar.
—Entonces vamos lejos del palacio, a un lugar solitario.
—De acuerdo. Pero, por los peligros que podamos encontrar, ¿puedes solicitar a Tutmosis II que nos acompañe? y también a tus incondicionales seguidores. Así me sentiré más segura. —Le susurra Sejmet al oído mientras comienza a caminar al ritmo de la música y luce sus sensuales movimientos felinos.
De inmediato Ineni habla con Tutmosis II quien, también hipnotizado con los movimientos de la bailarina, accede encantado. A los pocos días luego del baile ya está todo preparado para partir bajo la atenta mirada de Hatshepsut y Bastet, de esta forma sellan el pacto, saben que volverán a verse.
El grupo que acompaña a Sejmet lleva muchos días de camino hasta que encuentran un lugar con hermosa vegetación, grandes árboles, paradisíaco. Deciden detenerse. La fiel servidumbre instala una enorme y bonita carpa para alojar a Tutmosis II y sus seguidores, otra para Ineni y su amada y una tercera para realizar una gran fiesta en donde se agrupan todos los presentes. Los músicos entonan canciones, se sirve un gran banquete y al terminar de comer Ineni se dirige a todos:
—Quiero anunciarles que esta noche Sejmet se convertirá en mi amada esposa. —Y al dirigirse a Sejmet le dice galante — Querida, ¿A qué hora comenzamos la ceremonia?
Ella se levanta con delicadeza y con un movimiento sensual abre la boca, todos están sumergidos en un estado de deleite, pero de sus labios no salen palabras sino un rugido aterrador que destruye las carpas y muestra el cielo y a Ra, quien deja pasar sus potentes rayos de sol. Del aliento de Sejmet se desprende una nube de arena que comienza a cubrirlo todo. A pesar del deseo de escapar, los rugidos son tan aterradores que nadie puede moverse, son tan potentes que la arena que sale de su aliento transforma a los hermosos árboles en hierbas bajas, cactus y matorrales. Los animales huyen. La zona se llena de montañas de arena. Ineni, Tutmosis II y su séquito, están atrapados con los ojos llenos de finos granos de arena y rayos de sol. Al poco tiempo Sejmet deja de rugir. Para asegurarse de que los enemigos de Hatshepsut no pueden salir del desierto que ella ha creado abandona el cuerpo de mujer y se transforma en el más poderoso de los animales, invencible, terrible: Se convierte en leona con melena.
Sejmet vive en su papel de guardiana del desierto, pero consciente que así su vida va a ser muy solitaria le pide a su padre un compañero. Ra está complacido con su hija por lo que le concede el deseo. Sejmet al ver el hermoso león enviado por su padre, le regala su melena. Con el tiempo, esta pareja se convierte en símbolo de fuerza, poder. Es temida y respetada.
Mientras esto ocurre en las afuera, en el interior del palacio hay otra revelación: Ya sin enemigos dentro, Bastet es libre de moverse como desee. Una noche de luna llena, al terminar la cena Bastet se pone de pie para danzar ante la atónita mirada de los presentes y la aprobación de Hatshepsut. Sus movimientos la despojan del cuerpo de mujer. Al terminar su transformación todos ven a una criatura tierna, cariñosa. Uno de los presentes no resiste la tentación y va a su encuentro, pero al tratar de tomarla en brazos Bastet saca sus relucientes y afiladas garras con las que le atraviesa el rostro sin que éste apenas se dé cuenta del ataque. La sangre sobre sus labios y sienes le sirvió de aviso. Tardó unos minutos en asimilarlo, luego emitió un agudo grito de dolor.
Cuentan en palacio que a pesar de que las heridas de aquel primer imprudente dejaron cicatrices en su rostro, hubo quien pensó que podía acorralar o incluso demostrar su afecto hacia Bastet sin aviso y consentimiento de ella, estos seres tuvieron el mismo resultado: Marcas visibles de su fracaso y osadía, marcas llenas de sangre y perdurables como la lección que implican. Así que al poco tiempo de tomar su forma de gata fueron menos los seres que se animaron a romper la paz de su entorno. Muy pronto todos aprendieron a respetarla y el palacio se convirtió en un lugar silencioso, equilibrado, sin ruidos ni movimientos bruscos. Bastet se convirtió en la diosa del amor, la armonía, amante de la música y protectora del hogar y de los templos.

Gracias a este invaluable apoyo la joven heredera Hatshepsut, se convirtió en la tercera reina-faraón de Egipto. La mujer que más tiempo estuvo en el trono de las «Dos Tierras”.
Cuentan que por las tardes la joven Hatshepsut recibe la visita de una leona. Entonces ella y su gata salen a su encuentro. En los jardines del palacio persiguen a los rayos del sol y juegan con ellos. Libres de toda atadura ellas rugen, maúllan y gritan. Las tres almas felinas simulan luchas que son divertidas para ellas, pero que aterrorizan a quienes las observan. Así, son todas las tardes durante los 22 años que duró el reinado.
Con el tiempo se olvidó este relato, pero por alguna razón aún hoy en día todos respetan a los felinos, algunos los aman y otros les temen en silencio.
Hatshepsut: Quinta reina-faraón de la dinastía XVIII. Como todo rey que accedía al trono tenía derecho a usar hasta cinco nombres diferentes: Horus, Nebty, Horus de Oro, el de su nacimiento y el de su coronación. Este último resultó ser el de Maat-Ka-Ra, es decir: El espíritu de Ra es justo y lo utilizó siempre junto con su nombre de nacimiento, Maatkara Hatshepsut. Llegó a ser la mujer que más tiempo estuvo en el trono, su reinado duró 22 años. Hatshepsut asumió todos los atributos masculinos de su cargo excepto el título de «Todopoderoso» y se hizo representar con una barba postiza.

Sejmet: Símbolo de la fuerza y el poder. Considerada la diosa de la guerra y de la venganza, pero también de la curación. Se decía que con su aliento creó el desierto. Era la protectora de los faraones y los guiaba en la guerra. Fue representada con cuerpo de mujer y cabeza de leona, con melena.

Bastet: Representa la protección, el amor y la armonía. Protectora de los hogares y templos. Se representaba bajo la forma de un gato doméstico, o bien como una mujer con cabeza de gato, que siempre lleva un ankh (cruz de la vida egipcia) o en otros casos un sistro (instrumento musical) debido a que le agradaba especialmente que los humanos bailaran y tocaran música en su honor.

Ra: Dios del cielo, del Sol y del origen de la vida en la mitología egipcia.

Entre gatos, perros y otros animales. Antología de cuentos. Libro autopublicado
Relatos breves para amantes de los gatos, perros y animales en general. Una lectura para relajarnos y perdernos por un momento en historias del presente o del pasado. No siempre se dispone de tiempo para historias completas y complejas, ni para ir cazando microrrelatos por los blog, por lo que la famosa frase «no leo… Continúa leyendo Entre gatos, perros y otros animales. Antología de cuentos. Libro autopublicado
Hola Rosa.
Como sacada de una leyenda del antiguo Egipto, has logrado engarzar todos los elementos para darle sentido y coherencia. Deliciosa.
Un fuerte abrazo 🙂
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Hola Miguel, gracias por el comentario. 😁 Me alegra te haya gustado😍 Un abrazo 🐾
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