Mis sensores pueden detectar, entre todos los que se encuentran en la calle, quiénes se sienten afectados por los fragmentos de conversaciones que la brisa introduce en sus oídos y quiénes no. Una vez identificados, les selecciono para estudiar sus reacciones.
Este ejemplar sube al transporte público. La curiosidad por tener más información de lo escuchado, se transforma en una necesidad urgente al descubrir que todos los presentes contemplan las mismas imágenes en las pantallas de sus teléfonos móviles. Con manos temblorosas saca el suyo y con pánico se percata que casi no tiene batería. Siente náuseas, temblores, comienza a sudar frío. La ansiedad le domina y se baja tambaleante del autobús.
Con la mirada nublada, el rostro desfigurado, detiene a un taxi. A los pocos segundos, que se le hacen eternos, llegamos de nuevo a su casa. Al entrar, trata de dominar los temblores incontrolados mientras busca el enchufe del teléfono y lo pone a cargar. Se derrumba en el sofá, contempla cómo su ropa está empapada del sudor frío que le recorre todo su cuerpo. No puede ir al trabajo en esas condiciones.
Respira profundo por varios minutos y cuando considera que lo puede hacer llama al trabajo para decir que no puede ir, que se siente muy mal, que mañana termina lo que empezó ayer. La voz del otro lado responde que no está bien que falte, pero que eso que hace no es importante así que, no pasa nada si no se termina. Aun así, debe volver lo más pronto posible. Con esto último da por terminada la conversación y corta la llamada.
Su respiración denota que siente mayor tranquilidad y capto cómo observa las señales de la batería de su celular. Mi lectura dice que están muy bajas para iniciar una búsqueda; el ejemplar también lo nota y cierra los ojos. A sus oídos vuelven las palabras anteriores: «eso que haces no es importante, no pasa nada si no se termina.» Su mente se acelera y piensa «Entonces, ¿por qué la urgencia en los días anteriores?» La pregunta, cual pelota, rebota en las paredes de su cerebro y al no obtener respuesta, simplemente se suma a las otras interrogantes sobre su vida para hacer más rítmico el sonido que escucha en su interior… ping-pong… ping-pong.
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Es triste nuestra dependencia cada vez mayor de las nuevas tecnologías y cosas sin importancia se convierten en necesidad. Un abrazo Rosa
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Hola Federico y lo grave es que al hacernos dependientes, anulamos nuestra capacidad de discernir. Un abrazo 🐾
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Un relato muy a la orden del día, la obsesión por las tecnologías. Me gustó el final. Un abrazo Rosa
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Hola Nuria. Me alegra que te haya gustado 😁 Un abrazo 🐾
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Hello friend, I enjoyed reading your post. I subscribed. See you often. Have a happy and bright day🌙💫
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Hello! Thanks for follow me. I saw your page too and I’m sure we’ll see often. 🐾
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thank you too😊💕☘️🍀🌟
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Me asustaron/preocuparon varias cosas: quién narra? cómo que sus sensores? afectados de qué «fragmentos de conversaciones..»???? que miedo. Lo de la angustia lo veo hasta normal, si en la vida de este pobre ser hasta el jefe le suelta abiertamente semejante barbaridad, eso se sabe, pero hasta ahora no se dice jejejeje… este llorará cada vez que se sienta menos o que no tenga lo «que hay que tener» (batería por ejemplo) normal que su cabeza sea un partido arcade de ping pong (a eso me sonó el final) Un relato aparentemente inocente pero…
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Hola Valentina. Es mejor espabilarse y no salir por allí creyendo que las cosas no te afectan y sí, este pobre ser es el candidato perfecto para ser víctima de cualquier cosa. Un abrazo 🐾
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La tecnología nos ha invadido. Y sobre todo los jóvenes están inmersos en sus smartphones hasta caminando por la calle.
Me he solido parar para dejar pasar a un «robot andante» que ni siquiera ha levantado la vista del aparato…
El relato genial.
Abrazo grande
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Hola amailarrea… y yo me pregunto, este tipo de humano robotizado, ¿nace o se hace? Un abrazo 🐾
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Hola, Rosa.
¡Hasta qué punto hemos llegado a depender de estos aparatos! Y hemos vivido una vida anterior sin que existieran. No sé qué ocurrirá en el futuro con los nativos digitales, que han nacido con ellos.
Un fuerte abrazo 🙂
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Hola Miguel, en verdad que es preocupante. Sobre todo los supervisores digitales. Ese «amigable» control de las app, ¿son realmente necesarias? ¿O será parte de un acondicionamiento?. Gracias por pasarte y comentar. Un abrazo 🐾
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