Contenidos a la carta
El arte conceptual nos abrió un camino para experimentar con cualquiera de sus expresiones, es casi imposible contenerse ante tantos materiales que te permiten realizar cualquier trabajo artístico y muchos audaces nos lanzamos en esta aventura.
Es la era de los guionistas, escritores, actores. Una buena parte ha encontrado en la TV un nicho que a su vez se ha convertido en su mejor vitrina/mecenas. Grupos que manejan intereses concretos y eligen contenidos, previo estudio de mercado, entre una gama de productos que van desde el entretenimiento sin propuesta artísticas hasta ideas simples o complejas, eso sí, todas presentadas con una impecable técnica, que muchas veces es suficiente para cautivar.
La nueva forma de ver los contenidos a la carta es la modalidad que estos mecenas del arte introdujeron en nuestras vidas cuando abrieron las puertas de los canales privados de TV, con esto no quiero decir que estoy en contra de esta forma de comunicarnos, simplemente me lleva a reflexionar sobre el efecto que tiene el hecho de que ahora podemos escoger la hora, el momento y lo que vamos a ver con toda precisión. Quedó muy lejos el tener que grabar la serie que tanto nos interesaba para poder verla luego, y más lejos aún las carreras buscando llegar a tiempo para verla, salvo el veintitantos de mayo del 2010 cuando 13,5 millones de espectadores a nivel mundial nos plantamos frente a la pantalla para ver el capítulo final de Lost, sintonizados todos con el horario y la trasmisión de la cadena ABC…
[…] ‘Perdidos’ consiguió despertar pasiones, comentarios, discusiones… Es una de las únicas series que ha conseguido, sin importar edades, intereses o nacionalidades, unir a millones de personas e introducirlas en un laberinto mental en el que descifrar numerosos misterios. Su éxito fue de tal calibre cómo el miedo a los spoilers y el final de ‘Perdidos’ se retransmitió simultáneamente en 59 países […] Fuente: energy.es
Esta elección de contenido tan evidente (siempre ha existido la posibilidad de elegir lo que vas a ver, solo que ahora puedes diseñar tu propio catálogo) nos abre a su vez otra puerta, una que nos da la impresión de perdernos en un sinfín de variables. Nos descubrirnos en un laberinto de relatos confusos, aburridos o incómodos y vemos la luz cuando nos identificamos con una propuesta que, por un tiempo, nos aísla de nuestras circunstancias cotidianas para sumergirnos en ese otro mundo.

Dependiendo de la serie, ese mundo paralelo que compartimos puede durar años. Al ver y al participar de una que nos apasione, nos creemos un poco dentro de sus circunstancias, «fue sin querer queriendo» como diría el Chavo del Ocho, que compartimos con otros fans-adictos vía foros, merchandising y conversaciones (incluso presenciales) en un espacio atemporal, ese, entre nuestra vida cotidiana y el tiempo de la serie que se congela en su propia historia.
Nos encontramos viviendo en una burbuja, en donde podemos elegir la información y contenidos a los que nos acercamos que sean de nuestro interés, conectamos con las personas que también hicieron esa misma elección. Esto suena muy interesante y enriquecedor, sin embargo cabe el riesgo de quedarnos con la información de la realidad que a nosotros nos interese, retro alimentándonos al infinito de tal forma que creamos nuestra propia burbuja de información e interacción.
Auto limitados a ver sólo lo que queremos ver y a defender cosas que a veces solamente está en nuestra burbuja, donde pasamos olímpicamente de lo distinto e incómodo pensando que así deja de existir. Dividiéndolos según el tema de interés en grupos diferentes, pero iguales en su funcionamiento. Pensamos que somos incompatibles con el resto que omitimos y al que elegimos ignorar, sin saber que el que ha elegido otro tema pensará lo mismo sobre nosotros. No pasa así con los libros que, aunque nos apasionen y lo compartamos con otro lectores-adictos, podemos entrar y salir de ellos sin problema, el tiempo no se nos divide. Podemos pasar página e incluso cerrarlos del todo, para reencontrarnos con su interpretación años más tarde.
Entonces ¿Estamos en presencia de mecenas/corporaciones dañinas o malvadas? No, aquí no se puede señalar a un «culpable» de esta situación de iguales unidos por los mismos intereses y por el exceso de oferta, simplemente creo que es el momento social que estamos viviendo. Aunque cabe pensar que da paso a un poder hegemónico que va ser realmente el que controle la percepción de esa vida compartida. Estas alianzas (en aras del entretenimiento en cualquiera de sus formas) están pensadas para pasar el rato y para mostrarnos un nuevo contexto que, como ya dije, consiste en ver una parcialidad de esa verdad que compartimos con grupos afines a nosotros, que nos permite manejar una gran cantidad de información, pero que contradictoriamente, nos hace comportarnos como si fuéramos incapaces de ver la totalidad del entorno que nos rodea.
«El modelo de negocio de las nuevas plataformas va sumando escalones como una pirámide: el contenido atrae suscriptores, que proporcionan ingresos, que pagan por más contenido. Eso, a su vez, ha cambiado las reglas sobre cómo se financian las cadenas de televisión, vendiendo programas directamente al consumidor y utilizando los datos para dirigir la publicidad. Los mercados han comprado el modelo de negocio como si fuera pan caliente: Netflix, con 135 millones de suscriptores, tiene una capitalización de casi 150.000 millones de dólares, no muy lejos de los 185.000 de la venerable Walt Disney Company» Fuente: El País
¡Hola, Rosa! Interesantísimo artículo del comparto todas tus reflexiones, aunque quizá con un mayor pesimismo. La comodidad, la inmediatez en la satisfacción de la necesidad y la abundancia son caramelos envenenados en general y en la Ficción en particular. Es el objetivo de cualquier sociedad, pero normalmente, una vez conseguido, la antesala de su colapso. Y eso es que lo nos ofrece la pomposa Era de la Información de la sociedad digital. Todo lo que se consiga sin esfuerzo no se valora y termina saciando hasta llegar a hacerlo olvidable. El saber que tienes a un clic todo el conocimiento está llevando a pensar que el mismo no precisa de mayor esfuerzo, que cuando me haga falta ya lo buscaré, y entretanto me dedico a otras cosas más apetecibles. Esto empieza a afectar en algo tan fundamental como la comprensión lectora o incluso la capacidad de razonamiento y reflexión. Y eso termina afectando a todo.
En el terreno de la Ficción, literatura, cine, series, la era digital nos ha dado cosas como la autopublicación, los blogs o la posibilidad de contactar con personas del otro lado del mundo con gustos similares. Pero también nos ha quitado muchas, ya no existen revistas de ficción escritas, ni editoriales independientes que puedan durar un mínimo de tiempo. Y esto me parece grave, porque además como bien apuntas, en internet nada es gratis.
O pagas con dinero o pagas con datos. Las redes sociales o las plataformas audiovisuales son empresas y además negocios que viven del like, de la publicidad y de las audiencias. Lo peor es que están monopolizando el mundo de la ficción y a través de eso van seleccionando contenidos.
No hace mucho, le dieron a mi esposa un enlace a Netflix. No soy muy de series, pero por curiosidad he visto algunas. Sinceramente, me parecen como las comidas precalentadas. Viéndolas me da la sensación de estar ante una especie de refritos de otras series de éxitos. Algo así como si metieran en una coctelera el inicio de esta, el personaje de aquella, la escena que gustó tanto de aquella otra y con todo eso van sacando una tras otra.
Esto no es malo si genera audiencia e industria, lo malo es que de alguna forma no solo supone limitar a ellas el acceso a la ficción y, además, ser ellas las que deciden qué ficción hay que producir.
Son muchas las reflexiones que me han provocado tu artículo. Así que solo añado la última. Como bien dices las redes sociales se basan en algoritmos que se basan en conceptos neurólogicos. Uno de ellos es el sesgo de confirmación. Un «desajuste» de nuestro cerebro que consiste en primar la información que confirma nuestras ideas, respecto a informaciones que las contradice. Es por ello que el «internet» de cada uno nos va encerrando en una burbuja ideológica, haciéndonos creer que lo que nosotros pensamos es lo que piensa la mayoría, con la consecuencia lógica de radicalizarnos y manipularnos nosotros mismos. Un abrazo y perdona la extensión!
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Hola David. Me encanta hablar contigo porque las reflexiones que haces son muy interesantes. Todo final de un imperio suena catastrófico, pero algo tendrá que ocurrir para sacar a flote a la humanidad. ¿O nos pasará como a los Dinosaurios…? Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾
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