Ella lo abordó con su habitual mezcla de indignación y tristeza. Él en su interior solo siente un profundo desprecio por los sentimientos que ella se esfuerza en expresar.

Imperturbable observa con cierto regocijo las lágrimas que desdibujaron los ojos de ella, antes perfectamente maquillados. No le dirá nunca que la causa de su sufrimiento lo ha ocasionado él, no porque sintiera remordimiento o temiera alguna venganza, sabe que esto no va a ocurrir. No se lo dirá simplemente porque no le da la gana. Gracias a la capacidad que él tiene para mentir puede esbozar una expresión de condescendiente comprensión y asentir con la cabeza al compás del desgarrador relato de esa vecina tan apetecible que, entre sollozos, describe el horror que siente al llegar y ver el portal sucio, lleno de colillas, papeles y escupitajos.

Los que son guarros también saben mentir. No lo parecen, pero están sucios por dentro.
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Así mismo es Cabrónidas. Un abrazo 🐾
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