El huerto perfecto (relato corto)

Coloco en la mesa los materiales “imprescindibles”. Para los “opcionales” seguí el consejo de sustituirlos por cosas que tengo en casa. Miro el entorno, sonrío al imaginar que estoy en el laboratorio del Dr. Doofenshmirtz y que también puedo intentar conquistar el mundo. Con decisión, me dispongo a ejecutar el tutorial.

Pasados muchos minutos de reproducción, detengo el video. Los guantes (los de limpiar el baño) son gruesos, tanto, que me molestan al intentar realizar mi propia grabación. Debo construir mi nueva imagen online. Reconozco haberlas descuidado al publicar lo que me apetecía, pero si quiero reencaminar mi vida profesional, necesito seguir las recomendaciones de los expertos.

Pruebo varios ángulos de cámara, hasta que tengo una buena toma. Desde ella no se nota el temblor de las manos al mezclar los 70 ml del agua casi hervida sobre los 80 g de nitrato de amonio. Mi corazón palpita rápido al comprobar que el compuesto incoloro e higroscópico se diluye por completo.

Retomo el tutorial. Recomienda que se trabaje debajo de un extractor, me coloco bajo la campana encendida de la cocina. Ajusto la mascarilla FFP2 que me salvó en el pasado y la tensión aumenta al combinar la mezcla anterior con los 56 g de hidróxido de potasio. La solución debe hervir.

Emocionado tomo fotos del proceso hasta que caigo en cuenta que debe salir mi rostro, para darle veracidad. Si no pueden pensar que son imágenes falsas. Después de todo, esta es la información que las empresas verán. Aunque no esté en mi hoja de vida. Ahora soy consciente que es imprescindible mostrar mi identidad de forma pública y sincera.

Así que, sin quitarme la mascarilla, coloco las gafas para nadar (que uso como protección para los ojos) sobre la cabeza y la acerco a la olla. Los gases que emanan crean una atmósfera interesante, audaz. Me dan una idea para postear con la leyenda: «Un alma steampunk con bolsillo de rookeries», cuando las empresas lo vean dirán:

—Este post muestra a un hombre delicado, sensible, de confianza, auténtico. Tiene un huerto, hace su propio fertilizante… Es perfecto. Posee diferentes habilidades, entre ellas controlar cantidades, presupuestos y es capaz de gestionar proyectos simultáneos.

Esto me llevó a pensar en los outfits que me convenía usar para también proyectar una imagen coherente con la de un sujeto culto e ingenioso. Dejé en pausa el tutorial. Caí en cuenta de que ni mi camiseta azul ni mis guantes rosados correspondían con esa idea. Los sustituí por los negros de fregar los platos y mi única camisa blanca de estilo formal, la que uso para realizar las videos-entrevistas. Su hilera de botones queda muy bien con ese aire de científico. Sobre ella, el chaleco negro ajustado de jeans. Repetí las fotos.

Un alma steampunk con bolsillo de rookeries
Alma steampunk, bolsillo rookeries

Avanzo al siguiente paso del tutorial y me dirijo a mi terraza no techada. Coloco el tazón con la sustancia en el suelo. Al escuchar que indica: «entre la solución y cualquier casa o edificio debe haber como mínimo 30 m de distancia». Se me escapa un grito: —¡¡¿Quién tiene 30 m de terraza?!! —Dejo en pausa el video. Lo siento por las estadísticas, pero tengo que pensar.

Se me ocurrió que el muro que me separa del vecino es suficiente distancia, pero al saber que en el proceso se liberará mucho gas, me ataca otra incertidumbre: ¿Y si el gato viene a husmear por la noche, los gases le afectan y luego ellos colocan comentarios negativos en mis publicaciones…? No sé cuál sería mi reacción. Para evitar problemas, decido cerrar el espacio. Me quito guantes, gafas, mascarilla, camisa, chaleco, retomo mi camiseta azul y corro a comprar mallas de ocultación. Al llegar las instalo en tiempo récord. Observo que de la sustancia no deja de salir vapores.

Vuelvo al tutorial. La ilustración de un cronómetro señala el avance del tiempo, luego aparecen las manos del creador del video para colocar los cristales en las plantas. En mi cabeza repito con emoción: «200 g… 200 g… esa es la clave…». De nuevo aparece el dibujo del reloj. Avanza muy rápido. Muestra la maduración del fruto y el rojo toma toda la escena.

Después, sus manos comprueban el tamaño, peso, color de los tomates. Mi mente también vuela al futuro. Visualizo los posibles fondos para los videos y fotos que voy a postear, con la leyenda: El tomate más grande que he visto en la vida, creció en mi huerto ^^

El tomate más grande que he visto en la vida, creció en mi huerto!!

Al mismo tiempo, pienso que para este post necesitaré un outfit diferente que me dé un toque campesino-urbano, pero sobrio. Como de un alto ejecutivo consiente del medio ambiente, autosuficiente con el consumo.

La voz del creador del video, me devuelve a la realidad. Agradece a los que llegaron hasta al final, pide un Like, la suscripción y compartir. Estos pasos están hechos, no es la primera vez que repaso el tutorial. Hoy decidí que lo haría yo también, porque mostrar mi propio tomate de 25 cm me abrirá muchas puertas como contable. Así que, debo prepararme para luego postear el proceso. Busco online la ropa y accesorios adecuados y estoy de suerte: las prendas llegarán antes de las dos semanas que necesita el nitrato de amonio para transformarse en cristales blancos.

Con esto resuelto, recuerdo las palabras: «la paciencia y la preparación también son virtudes» me reanimo y no desfallezco. Así, mi escaso tiempo libre lo dedicaré a estudiar distintos filtros sutiles para realzar mis valores personales, la mejor luz, los fondos… que ayudarán a reflejar lo detallista, sencillo, espontáneo y honesto que soy.

He documentado con fotos todo el cambio en la solución: cómo dejó de liberar gas y el contenido del tazón medidor se transformó en cristales blancos. Luego servirán para alguna animación tipo stop motion.

Me visto con la nueva ropa y elimino brillos e impurezas de mi rostro antes de empezar a grabar el proceso de comprobación de pureza del nitrato de potasio. Tomo unos pocos cristales, los mezclo con azúcar granulada y con un encendedor les prendo fuego. Las llamas violáceas indican que mi producto es puro. Repito con emoción, «200 g… 200 g…». Con seguridad y confianza, empleo las mismas palabras, copio los gestos (de las manos del video) al poner la fórmula recién elaborada en las plantas y así lo hice hasta que los tomates maduraron, pero con decepción observé que el resultado no fue el esperado.

Los tomates no crecieron, el rojo no es uniforme… algunas hojas tienen los bordes secos. Por más que lo intenté, no pude sacar una foto en donde se vieran grandes y apetitosos. El resultado no es reseñable. Mi primer pensamiento es: «no seguí bien las indicaciones».

Volví al tutorial “cómo cosechar tomates iguales a los del súper” y para no dañarle las estadísticas me propuse no pausar las dos horas de video. El tiempo lo aproveché para revisar los comentarios. Ninguno hablaba de algo parecido a lo que me ocurrió.

Mostraban fotos fantásticas con grandes y hermosas cosechas. La mano me tembló al escribir mi nefasta experiencia. Por suerte la leí en voz alta antes de publicar. Definitivamente, ser el único incapaz de tener una buena cosecha, no quedaría bien en mi perfil online. Lo borré, las quince mil doscientas cuarenta y cinco personas que subieron sus testimonios de éxito respaldaban al creador del video y sus explicaciones.

Regresé a la terraza, repetí el proceso sobre los pequeños tomates que aún quedaban en las plantas. Vertí los cristales que no había colocado antes y como un mantra susurré «200 g… 200 g…» De repente, un olor pestilente y un humo negro salieron de la tierra. A pesar de que el aire corría libre, cerca de las macetas se hacía espeso y estas comenzaron a deshacerse.

Busqué en internet cómo tirarlas. En todos los enlaces que abrí alertaban sobre el peligro de esta fórmula en los desechos, la recomendación: pedir ayuda a las autoridades competentes. Me pareció exagerado y pensé: «¿en realidad es tóxico este humo?, no parece afectarme, pero ¿si algún vecino se queja, en las redes, del mal olor?» Esto me paralizó unos segundos, hasta que decidí verter mucha agua en las macetas.

El humo desapareció poco a poco, sin embargo, el olor persistió. Rocié el espacio con ambientador y el aire se hizo aún más irrespirable. Me armé con guantes y mascarilla para colocar las macetas en una bolsa plástica que metí en otra, en otra y otra. Hasta que el hedor se disimuló, como si de pescado podrido se tratara.

Salí rápido del piso, con el bulto entre ambas manos. Caminé hasta al contenedor comunitario, a pocos metros del edificio, sin querer encontrarme con nadie que me asociara con esa basura. De una carrera volví a la casa, entré con cuidado, no hice ruido con la llave. Respiré tranquilo al comprobar, a través de la mirilla de la puerta, que no me habían visto. Me dirigí a la terraza y contemplé con tristeza que la malla de ocultación estaba desprendida casi en su totalidad. El aspecto patético se acentuó con la mancha irregular y amarillenta en el lugar en donde antes estaban las macetas.

Busqué un tutorial para limpiar el suelo. Mientras mi dedo se deslizó hacia arriba con constancia, a través de los enlaces, vi en el bricolaje una oportunidad para reconstruir mi discurso online. Mi mente recuperó el entusiasmo por el futuro. Navegué incansable por las páginas en búsqueda de colores, frases, ideas para reforzar este nuevo proyecto, menos excéntrico que un químico casero y tal vez más creíble.




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6 comentarios en “El huerto perfecto (relato corto)

  1. Siempre hay que mirar el lado bueno de las cosas. El protagonista fracasó en la obtención de tomates con el grosor y color adecuados, pero descubrió una potente arma química, capaz de arrasar a todo un vecindario con su fetidez.

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  2. Esto sí que me ha resultado original, toda la narración de alguien viendo tutoriales, el cómo y el por qué, pasando por el outfit, el jitomate, el líquido para la limpieza. La verdad me ha resultado divertido.
    Gracias Rosa, un gran saludo.

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    1. Hola Maty. Este personaje llegó al límite al darse cuenta que su imagen profesional tenía que mostrarla en las redes y nada mejor que sumarse a la mayoría para demostrar sus grandes habilidades. Lástima que no le salió😖 Me alegra que te haya gustado. Un abrazo 🐾

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  3. Una mezcla explosiva la que relatas, Rosa.
    La unión entre tutoriales modélicos y el hierático optimismo de este personaje crean un problema que has resuelto con un lenguaje elegante y narrado con un distanciamiento cargado de sutil sentido del humor. En cierto punto, me recuerda los personajes que representaba Buster Keaton.
    Un fuerte abrazo 🙂

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    1. Hola Miguel. Que mi protagonista te recuerde algún personaje de Buster Keaton, me produce una gran satisfacción y también asombro. Lejos de mí estaba producir un personaje de tal envergadura 😳
      Muchas gracias por tus palabras. Un fuerte abrazo 🐾

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