Cuando las circunstancias nos alcanzan
«La verdadera historia de los poderosos y violentos cárteles de droga, es el marco de esta serie dramática sobre el narco» Así define Netflix el argumento de Narcos
A pesar del tráfico de cocaína, no es la típica serie de acción con las persecuciones acompañadas de disparos entre “buenos y malos” sino que tiene los elementos de la novela negra: detective atormentado, malos malísimos, el tabaco como personaje silencioso, disparos, muertos… enfocados en sus consecuencias sociales, como reflejos.
«Matar traficantes no es la solución para el tráfico de drogas«, dice Moura -Para una entrevista- sobre la ineficacia de la política de la guerra de la droga. «Estoy deseando ver la tercera entrega. La idea fue siempre seguir el tráfico de drogas. Pablo Escobar es solo el comienzo». Ver completo
Lo que he visto, además de las excelentes actuaciones y de un esfuerzo admirable con el acento colombiano de Wagner Moura interpretando a Pablo Escobar, es cómo en un grupo de personas pesa más la fascinación por el poder y el lujo desbordado en el que viven los poderosos, cumpliendo sus órdenes despiadadas sin aparente conflicto, aunque ello implique hundirse aún más en la miseria, un ejemplo pudiera ser, la versión que muestra la serie de Virginia Vallejo García, periodista y ex amante del capo.
Cabe decir sin temor a spoiler que en las primeras temporadas la admiración hacia la figura del capo está medianamente justificada para los implicados, más que obediencia a un jefe, era temor y agradecimiento. En la tercera temporada, cuando la historia se centra en los otros carteles, la obediencia es igualmente ciega pero ya sin nexo afectivo: sólo temor y envidia.

Me hizo pensar en el marco de la serie: Las acciones y relaciones que engendran y tejen la violencia callejera. En este juego caótico cualquiera puede verse afectado. Ese caos, que cuando se manifiesta abiertamente se aprecia a simple vista, en donde todos corremos el riesgo de morir de un balazo y ese otro caos presente de forma velada que desarrolla una intimidación silenciosa, diferente, no por ello menos peligrosa para convertirnos en víctimas activadas por el miedo y la coacción que nos lleva a la acción sin pensar en las consecuencias. Ambos caos, evidente o velado, tienen muchas semejanzas aunque uno sea catalogado tercermundistas y otro del primer mundo.
Esta serie, según mi observación claro está, representa la realidad de tres grupos de humanos:
- Poderosos Los que ostentan el poder por un tiempo prolongado, sean del bando institucional o del “callejero” da igual. Los integrantes de este primer grupo participan y propician el desbarajuste social sacando suculentas tajadas en ello, a la par que crean el marco fantasioso de una lucha para restablecer el orden que, en algún momento, existió en la sociedad que “defienden”.
La violencia y el caos los alcanza, pero esto parece ser el motor que los impulsa a vivir dentro de esos límites. Para ellos, ante la violencia desatada, la solución es tener el control. Se pueden identificar fácilmente en un jefe cruel con “inflexibilidad corporativa” o con poner el telediario y verlos en diferentes esferas (y no nada más en la política) En cualquier caso, nos enteramos que han tomado medidas contra las situaciones violentas que ellos mismos han creado (algunos de forma consciente, otros, prometiendo ser diferentes) Para este grupo la muerte se plantea como algo negociable.
En la serie son bandidos, se trata de droga y Estado en un hecho puntual en la historia de un país. En lo cotidiano, sin necesidad de hacer nada de similar magnitud, se usan estas mismas estrategias para lograr estatus social, poder y dinero. Afortunadamente no la usan todos los que tienen algún poder, ni es la única estrategia claro está, pero como estoy hablando de caos y de Narco…
- Anónimos envalentonados
Los que tienen la ilusión de poseer el poder en una cuota efímera, ejerciéndola sin piedad en sus esferas más cercanas. De forma consciente o inconscientemente, simplemente “viven” y “hacen vivir” esa violencia con la etiqueta de víctimas. ¿Quién no ha sufrido las consecuencias de las “buenas intenciones” de alguien con una pequeña cuota de poder? En la serie están representados por los “anónimos” personajes seudo importantes en la vida real e imprescindibles en la trama de la serie, notables por sus caracteres fuertes, su deseo de sobrevivir en medio de una avalancha de fuertes amenazas, evidentes y/o enmascaradas.
Las continuas órdenes contradictorias que dan los del primer grupo hacen que estos anónimos asuman actitudes “envalentonadas” aprendiendo a oler el peligro, a “vengar” sus frustraciones con acciones impetuosas hacia sus más cercanos.
Las amenazas se convierten en el motor que los lleva a la acción, en muchos casos desesperada. La confianza tiene un precio que alguien debe pagar, desconfianza que obliga a vivir en un estado de emergencia continua. Para este grupo la muerte llega como una solución, en la serie, en la vida real no necesariamente aún quedan los caminos de la cárcel y los hospitales.
- Zombies
Los que pretenden o tratan de estar al margen, sin lograrlo. Todos hemos pasado por este trance y conocemos a muchos que lo prefieren. No vemos ni escuchamos lo que ocurre alrededor, y si lo hacemos gritamos muy alto como víctimas indignadas queriendo ser anónimos envalentonados, pero “por justa venganza” nos decimos a nosotros mismos. Es cuando en medio de una discusión aclaramos “no juego más este juego porque tu deberías bla bla bla…” pues eso, ya caímos en el juego que no queríamos jugar. En la serie, cuando las circunstancias los alcanzan asumen una postura tan sumisa que los convierten en zombies obedientes, receptores de toda la carga violenta del grupo dos y fácil juguete desechable del uno. La huida viene acompañada con una muerte de conciencia, que es más allá de la física, mueren dos veces. También es fácil ver a estos zombis estar por nuestras ciudades sin más ambición que cumplir órdenes y tendencias para no quedarse afuera, ciegos sordos y mudos ante los sentimientos más básicos, mientras pretenden sobrevivir.
Estos grupos se auto-alimentan, el caos se disfraza de cotidiano y las continuas “reformas” se hacen indispensables para que nada cambie pero todo se mueva en una maraña de pequeñas acciones donde todos jugamos a la vuelta a la normalidad.
Próxima en México.
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