Lámina del mural

Reflejo no solo artístico, sino social

No, la pintura no está hecha para decorar las habitaciones. Es un instrumento de guerra ofensivo y defensivo contra el enemigo. (Pablo Picasso)

Picasso habla de la pintura, pero la literatura, la música, la danza, incluso la ópera (a pesar de que algunos les pueda parecer «estática») son usadas como instrumentos para abanderar al status quo o para enfrentarse a él.

Desde las primeras civilizaciones la fuerza y grandiosidad se mostraron a través de alguna de las formas del arte, los ejemplos saltan a la vista: pirámides, palacios, mosaicos, etc.

Creo que todo artista basa su discurso en la interpretación, exaltación o rechazo de lo establecido. Los representantes del poder toman algunos y dejan al margen a otros, de acuerdo a su conveniencia.

Normalmente nos gusta pensar que se llama la atención por mérito propio, por habilidades y talentos, pero los que permanecen en el anonimato ¿tienen el mismo «mérito» que los que llegan a ser reconocidos? ¿tienen más? ¿menos? No lo sabremos porque simplemente no los conocemos, no existen. Algunos, por una nueva interpretación por parte del poder, puede que sean rescatados en el tiempo, puede que se llegue a ser un «incomprendido» en la propia época, puede que luego se entienda la visión, puede que luego tenga una oportunidad llenando alguna Cuota de representación.

Al hablar de poder me refiero al poder fáctico, ese que forman los grupos con capacidad de presión e influencia sobre la gente común (con poder adquisitivo suficiente para consumir el arte ofrecido) grupos paralelos al Estado (que obviamente es también un poder en sí mismo) e influyen en el arte no solo en la forma de vida social del artista sino en su ideología. Los sistemas políticos e ideológicos influyen en el día a día de cualquier individuo, el artista basa su trabajo en una visión personal del entorno por lo que le es imposible escapar de ello.

En esta ocasión me pregunto sobre el valor artístico de los que «llegan» a ese reconocimiento. Si bien no fueron los únicos de su tiempo, tampoco sabemos si los mejores entre los mejores, eso sería muy subjetivo y hasta peligroso: es arte (interpretación, lenguaje) no deporte (competencia, destreza) tiene un mensaje que trasmitir, hacen un retrato de la situación/época que les ha tocado vivir, han dejado obras de valor artístico e histórico aportando técnica y visión.

Para Alonso era importante tener el apoyo del régimen y así poder cumplir sus aspiraciones musicales. Para Castro, el ballet era un perfecto instrumento de propaganda, un escaparate para cubrir sus políticas de una pátina de cultura y modernidad. La verdad sobre Fidel y Alicia

Sin embargo, desde un tiempo a éste, se comienzan a cuestionar (y me incluyo en este error) a los artistas que de una forma u otra están amparados o patrocinados por el statu quo, también es cierto que los desacuerdos con sus trabajos/aportes son difíciles de expresar en voz alta sin que «huelan» a resentimiento. Pero ¿es Alicia Alonso, una de los miembros fundadores del American Ballet Theatre y de la primera compañía profesional de ballet en la historia de Cuba, peor bailarina por convertirse en representante del régimen Cubano o Steven Spielberg, considerado pionero del cine evasión en el Hollywood moderno y claro exaltador de los valores de la clase media occidental, un mal director?

No lo creo en ninguno de los dos casos, como tampoco lo pensaría sobre la obra Guernica, cuadro que formó parte del Pabellón Español en la Exposición Internacional de París, de 1937, fue custodiado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York hasta 1981 y que supuso un (hoy) polémico e importante ingreso para Picasso.

«Los colores, las telas, los bastidores, los marcos, el transporte, cantidades mínimas. El trabajo en sí fue un regalo, se hizo como un donativo del artista, porque todos se habían ofrecido a colaborar con la República» como dijo el arquitecto que diseñó el pabellón español. Luego se reseña que «tras un primer pago de 50.000 francos, Picasso recibió de la República española un segundo pago de 150.000 francos en concepto de gastos» unos 114.000 euros actuales según se indica (aquí) ha calculado una herramienta de la página oficial de estadísticas del Gobierno francés.

En cualquier caso este pago del 10% ( el 15% según dónde se lea) del costo total del pabellón español fue lo que permitió al Gobierno reclamar la propiedad y devolverlo a España en septiembre de 1981. Sobre las motivaciones del artista también hay versiones que lo exaltan o humanizan, según dónde se lea la historia del cuadro:

[…] El motivo que impulsó a Pablo Picasso a realizar la escena representada en esta gran pintura fue la noticia de los bombardeos efectuados por la aviación alemana sobre la villa vasca que da nombre a la obra, conocidos por el artista a través de las dramáticas fotografías publicadas, entre otros diarios, por el periódico francés L’Humanité. A pesar de ello, tanto los bocetos como el cuadro no contienen ninguna alusión a sucesos concretos, sino que, por el contrario, constituyen un alegato genérico contra la barbarie y el terror de la guerra[…]  (Museo Reina Sofía)

[…] Fue realizado por encargo del Director General de Bellas Artes, a petición del Gobierno de la Segunda República Española para ser expuesto en el pabellón español durante la Exposición Internacional de 1937 en París, con el fin de atraer la atención del público hacia la causa republicana en plena guerra civil española. […] (wikipedia)

Este pago, historia y motivación para un cuadro es ejemplo de cómo la expresión artística no escapa a los hilos del poder y las interpretaciones a posteriori, según cambien la percepción de lo aceptable, o políticamente correcto de cada época. Todas necesitan sus héroes, sus pintores y músicos, sus arquitectos… que los defiendan, glorifiquen, también necesita de detractores y críticas. Ambos bandos serán financiados y arropados por estos grupos de influencia y medios económicos. El humano se mueve por hilos sin que por ello la obra artística tenga que perder o ganar valor por su financiación u origen. Está allí, mejor o peor que otras expresiones de la época y que de otra forma seguramente no hubiese surgido o visto la luz. Cada obra, que reinterpreta-refleja, reconocida e incluso las «anónimas» las que luchan por ser reconocidas, vendidas, compartidas nos devuelve una visión no solo artística de la persona y su tiempo, sino una visión social en su conjunto.



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