El género de la telenovela, melodrama de fondo y final feliz, ha avanzado. A los subgéneros que la caracterizan (románticos, históricos, juveniles, infantiles, policíacos, hospitales, familiares, comedias) han llegado los narco temas y las biografías.

En la telenovela los capítulos hilados a diario son necesarios para entender la trama. En la serie los episodios son independientes, están relacionados con la historia general que avanza de apoco. En las llamadas bioseries los capítulos van como en las telenovelas, no son auto concluyentes al tratarse de la obra y desarrollo de alguien, ni saltan de un aspecto de la trama a otro, como sí hace la serie. Si estos saltos temporales existen deben ser explícitos, los personajes deben aparecer y desaparecer con su debida explicación. Las bioseries no son una biografía en el estricto sentido del documental, aunque deben estar bien documentadas y tienen un toque de ficción para cumplir con los aspectos narrativos que hagan «más interesante» algunos sucesos.
Cada vez son más las producciones que se enriquecen con recursos dramáticos y narrativos tomados del cine y adaptan su formato. Las series usan muchos de estos recursos, lo han hecho cotidiano. Al mismo tiempo, dentro de los formatos televisivos también hay una especie de retroalimentación.
Las series han heredado de las telenovelas la necesidad del drama. Esto es muy evidente en algunos casos como, por ejemplo, Anatomía de Grey, CSI o Mentes criminales en donde la vida privada de los personajes se van dando con pinceladas a modo de conflicto tradicional: amores imposibles, encuentros y desencuentros.
A los recursos tradicionales de las telenovelas (los flashback, sus personajes bellos e increíblemente superficiales, conocidos como bimbos, el viaje del héroe, los villanos y sus respectivos arcos emocionales) se le han sumado los que las series han bajado de la gran pantalla.

La telenovela continúa fiel a su esencia que es emocionar al espectador a base de empatía con los personajes, engancharlo con el chisme como recurso dramático. Las intrigas se gestan de apoco (Planting y pay off) y explotan de golpe para la sorpresa del espectador. Se narran en primera persona. Como base del enredo de situaciones contienen alguna que otra ironía dramática (cuando el protagonista desconoce información, pero el espectador y otros personajes sí). En las novelas malas se rompe la lógica interna para satisfacer el guion, pero este recurso (deus ex machina) se usa más bien poco, así como los cliffhanger que no es otra cosa que una situación muy tensa que se interrumpe para completarse más adelante (recurso frecuente en los finales de temporadas de las series, usado de vez en cuando en las novelas de un capítulo a otro y suelen dar paso a la siguiente subtrama) La telenovela ha sumado también las escenas de acción, persecuciones y recursos propios de los thriller dentro de su repertorio independientemente del corte romántico, dramático, humorístico o criminal que tenga la historia.

Las bioseries tiene un principio, desarrollo, nudo y desenlace a lo largo de capítulos que retratan el día a día, escenas cotidianas en casa y muestran la visión del protagonista. En base a esto las llamadas bioseries deberían llamarse en realidad bionovelas (aunque las dividan en temporadas).
Se me ocurre que la ficción y sus fórmulas repetidas hasta el cansancio parecen haber saturado los límites de lo creíble ya que la misma historia tiene varios rostros y escenarios, los Heck (The Middle), los Duncan (¡Buena suerte, Charlie!) y los Tanner (Alf) comparten estructura y formato tanto como The Big Bang Theory o Cómo conocí a vuestra madre con Friends… y así pudiéramos enumerar cientos y cientos.


Nada más interesante que la vida del prójimo
Las bioseries cumplen con todos los requisitos para hacerse un hueco entre las grandes producciones y el público, tanto si cuentan largos períodos de la vida de alguien o aspectos puntuales. Tienen los elementos dramáticos que parecen haberse agotado en la ficción y que resultan muy artificiales en los reality shows. Casi siempre la realidad supera la ficción y estas historias reflejan los problemas antes y después de alcanzar la tan ansiada fama, la familia, los amigos, el dinero, el amor y las adicciones en primera persona, conectan con un grupo demográfico y de edad muy concretos que se identifican con el tema/persona, amplían el radio de visualizaciones al estar en las plataformas de streaming de tv y no solo en las cadenas locales en sus horarios estelares y vespertinos.



Vidas noveladas y adaptadas para no quedar tan mal parados, con un toque de reivindicación personal que sirven de explicación para el público.



Dentro de las bioseries está muy presente el narco-tema en tono de denuncia y reivindicación a partes iguales. El polémico tema deja de ser tabú y narra la historia de sus personajes más emblemáticos. Estilos de vida y negocios que traspasan fronteras. Representan una época que no se ha superado, aunque sus protagonistas hayan caído o estén fuera de la diana. No solo muestra lo que se supone son los malos de la partida, también narran la trampa social de dónde surgen, el dinero como único medio para sobrevivir y la astucia como recurso. Tal vez si hubiesen vendido cereales con el mismo modelo de empresa no hubiesen sido tan exitosos, señalan en su serie para Netflix los adolescentes alemanes que vendieron drogas online desde su habitación y distribuyeron por correo ordinario.
Sobre las narco vidas hay un repertorio amplio de bioseries que abarcan, por lo general, largos períodos de su actividad económica:
Amado Carrillo Fuentes: El Señor de los Cielos (2013) siete temporadas.

Pablo Escobar: Narco (2015) tres temporadas cuentan la caza y captura. El patrón del mal (2012) Una temporada


Joaquín Guzmán: El Chapo (2017) tres temporadas. El Chema (2016) una temporada.


Sandra Ávila Beltrán, La Reina del Pacífico: Señora Acero (2014) tres temporadas que recrean su historia. Luego hay más temporadas, pero como cosa rara son de otra historia. La Reina del Sur (2011) dos temporadas



Maximilian Schmidt. Cómo vender drogas online (a toda pastilla) (2019) tres temporadas narran la historia del joven alemán que vendió drogas por internet, desde su habitación.
Personas de carne y hueso, ni tan bandidas ni tan víctimas de las circunstancias. Conscientes de lo que hacen, jugando entre iguales. Mal el que vende, mal el que compra. La sobrevivencia, el juego de poder (a menudo para sobrevivir) el valor de las cosas importantes y la ambición de todas las partes involucradas en las transacciones (instituciones del estado incluidas) muestran lo complejo del entramado social en que nos encontramos aunque no siempre se vean los hilos.
Muchos actores se han negado a participar en tales proyectos por considerarlos una apología del crimen, otros lo ven como parte de temas sociales que deben ser visibles y no deben ser ignorados. Por más que miremos hacia otra parte este tema forma parte del músculo social, político y económico en donde todos estamos inmersos.
Las biografías, en el formato que sean, cumplen su función de espejo, entretenimiento y advertencia. Protagonistas que hacen lo que se debe y lo que no. Que muestran aciertos y errores, dentro del límite de lo mostrable.