Hace mucho tiempo, en un reinado sin nombre, existió un hombre que se dedicaba a la crianza de pollos. Su negocio creció hasta hacerse muy rentable y su capital aumentó día a día. Su esposa, a pesar que lo ayudaba en todos los trabajos, no disfrutaba de dicha fortuna. La desmesurada ambición y la codicia del esposo le impedían compartir su riqueza.

El señor envejeció sin dejar de inventariar su criadero de pollos, sus riquezas las acumuló en un lugar secreto sin compartirlas con nadie. Un día la muerte se sentó a su lado. Él la miró a los ojos, le habló para pedirle más tiempo: debía buscar su dinero, recoger uno a uno a los animales del corral y llevarlos hasta el terreno donde sería su tumba. Los enterraría a todos en el mismo lugar, junto a él. La muerte permaneció inmutable, no respondió. El hombre comprendió que ese sería el último día de su vida.
En el apuro por recoger sus pertenencias no se percató de un pequeño huevo que quedó olvidado. El hombre llegó al terreno, cavo su tumba, los enterró a todos y murió con la llegada de la luna. Con él se esfumaron también sus riquezas.
Su mujer, vieja, cansada y en la ruina revisó el corral la mañana siguiente. Tan solo encontró el diminuto huevo que había quedado olvidado. Decidió encubarlo al pensar que de él tendría que nacer, al menos, medio pollo.

Y así sucedió. Del huevo salió un medio pollo. La mujer lo cuidó con esmero, lo llegó a querer como a un hijo. Éste no podía volar ni correr, porque no tenía sino un ala y una pata, pero su entusiasmo era extraordinario. Cuando ella lo llamaba «Mediopollo a comer…» «Mediopollo vamos a jugar» él se acercaba dando saltitos y juntos pasaban el día felices de compartir sus pocos alimentos y sus grandes afectos. Mediopollo creció. Un día tomó conciencia del amor de la mujer hacia él y del esfuerzo diario para compartir los pocos alimentos que encontraba, así que decidió ayudarla. Se iría a probar fortuna. La mujer escuchó sus argumentos y con resignación lo dejó marchar.
Dando saltitos Mediopollo anduvo muchos días sin encontrar trabajo ni alimentos. Un día, en una orilla del sendero, escarbó profundo en busca de comida. Allí encontró una naranja de oro que escondió debajo de su ala. Pensó «Se la voy a llevar al rey, seguro lo agradecerá y a cambio me dará mucho trigo» Con nuevos ánimos continuó su camino. Ahora sabía qué rumbo tomar. En su nueva ruta se encontró con un arriero que traía una manada de mulas.
—¿Arriero, adónde vas? —preguntó.
—A ver al rey, pero el río trae mucha agua y no me atrevo a cruzarlo con todas mis mulas —respondió el arriero con preocupación. —Se pueden ahogar. Me tendré que devolver a mi casa.
—Yo también voy hablar con el rey. No me asusta el río… quizás te puedo ayudar.
—¿Seguro?
—Sí. Tú y tus mulas pueden venir, pero deben meterse en mi buche y trancarse con un palito.
El Mediopollo abrió el pico y el arriero con todas sus mulas se metieron en el buche que trancaron con un palito y Mediopollo siguió avanzando hacia el rio.
Al llegar se asombró por lo ancho y grande. Era mucha agua para pasarlo dando saltitos, entonces pensó «Me tomaré toda el agua» y de un sorbo guardó sus aguas en otro apartado del buche, que también cerro con un palito.

Continuó su camino. Al poco tiempo se encontró a un tigre tumbado en la tierra, con la mirada puesta en el horizonte.
—¿Qué te ocurre Tigre? —preguntó.
—No puedo correr más, tengo una púa en la pata.
El Mediopollo le sacó la astilla, pero la pata hinchada no le permitía moverse.
—¿Y para dónde vas tan apurado? —pregunta Mediopollo curioso.
—A las montañas, cerca del palacio.
—Debes descansar. Yo voy hablar con el rey. Si quieres te llevo al palacio, pero debes meterte en mi buche y tráncate con un palito. —dijo esto y abrió el pico.
El tigre agradeció el gesto, se metió en el buche y lo cerró con un palito.
No había transcurrido mucho tiempo cuando Mediopollo se encontró con un león tendido boca arriba en la mitad del paisaje. Le preguntó qué le ocurría.
—Estoy muy cansado y tengo que ir a la montaña, cerca del palacio. ¿Me puedes llevar tú? —Le respondió mientras movía su cola en círculos.
—Sí, métete en mi buche y tráncate con un palito.
Así lo hizo el león y luego de trancar con el palito, retomó su interrumpida siesta. Las horas pasaron sin que Mediopollo se detuviera en su recorrido. Al cabo de un largo trayecto, debajo de un árbol encontró a una zorra que lamentaba su suerte.
—¿Qué te ocurre?
—¡Tengo mucha hambre y no encuentro ni un racimo de uvas!
—Yo voy donde el rey. Si quieres te llevo conmigo, en el palacio seguro encuentras alimentos.
La zorra aceptó, se metió en el buche de Mediopollo y se trancó con un palito. Siguió el recorrido, el camino le indicó que pronto llegaría a palacios. Al llegar pidió hablar con el rey e indicó que llevaba un obsequio muy preciado, de inmediato le dieron audiencia.

—Vengo desde muy lejos para traerle a su Majestad este regalo —dijo Mediopollo al estar frente el rey y le enseñó la naranja de oro.
El Rey tomó entre sus manos la naranja de oro para comprobar el valor de su peso. Complacido ordenó a sus criados que llevaran a Mediopollo al gallinero, le dieran trigo, granza y maíz hasta que se sintiera satisfecho.
Una vez en el gallinero, todos sus habitantes se abalanzaron sobre él y comenzaron a picarlo. Se defendió como pudo, pero eran muchos los picos y patas que lo atacaron, entonces se acordó de la zorra. Abrió su pico. Ella salió hambrienta, así que no dejó gallos, gallinas ni pavos con vida. Luego de comer, agradeció el festín a Mediopollo y corrió ligera a la espesura de las montañas.
Al día siguiente, los pajes del rey llegaron al gallinero. Encontraron a Mediopollo solo, rodeado de muchas plumas. Horrorizados corrieron a contarle al rey lo sucedido:
—Señor, el Mediopollo se ha comido a las aves.
—No lo puedo castigar, porque me ha traído un regalo —pensó en voz alta el rey.
—Se le puede castigar si lo llevamos con los caballos, Si a su Majestad le parece, éstos lo pueden pisotear —dice uno de los consejeros que está presente en el salón.
Así se hizo, lo dejaron en el establo. Con saltitos Mediopollo esquivó las patadas de los cuadrúpedos hasta que agotado, recordó al león. Abrió su pico y lo dejó salir. En pocos momentos los caballos fueron devorados por el felino, luego se despidió de su compañero de viaje y corrió hacia la montaña.
Al amanecer, los pajes entraron con cautela al establo. Cuál no sería su sorpresa al encontrar a Mediopollo rodeado de herraduras y algunos pelos, sin ningún caballo alrededor.
De nuevo hablaron con el rey, quien los escuchó asombrado.
—No puedo ordenar su muerte. —Insistió. —Me trajo de regalo una naranja de oro, ustedes sabrán cómo solucionar este problema, pero si alguien pregunta ¡Yo les prohibí que lo mataran!.
Los pajes se retiran, deliberan, deciden llevarlo con las vacas. «Son muchas y seguro que ellas lo matan con sus pisadas» argumentan entre ellos. En cuanto Mediopollo se encontró rodeado de tanto ganado abrió el pico y de su buche salió el tigre. A las pocas horas se las había comido todas, al terminar, agradeció el alimento y corrió hacia la montaña.
Al anochecer los pajes entraron a ver el estado de Mediopollo. Con horror comprobaron el lugar: algún trozo de cuero, mucha sangre en el suelo y Mediopollo en lo alto de un listón de madera. Desolados, sin poder matar a Mediopollo, ni volver hablar con el rey pensaron en el horno del pan. Lo cogieron y lo dejaron dentro para que muriera asado. Cuando Mediopollo sintió el ardor de las llamas pensó que la muerte era segura, pero recordó el río. Abrió su pico, el agua salió como un torrente y no solo apagó el fuego, sino que también ahogó a los sirvientes que custodiaban el horno. Empapado, cansado y molesto por tantas agresiones Mediopollo caminó con decisión para hablar de nuevo con el Rey.
—Lamento que el regalo que le traje no haya sido de su agrado. Tan solo he recibido a cambio agravios y ataques.
El rey teme por su vida. Asustado por las hazañas que le habían contado de Mediopollo, ordena que le den todos los granos que él pueda llevar. De inmediato se trasladan a las puertas del granero. Mediopollo abre el pico, deja salir al arriero y sus mulas. Los sirvientes del rey entregan todo el trigo del reino y aún faltan mulas por cargar, entonces el rey manda que también le den maíz. Al completar la faena Mediopollo, el arriero y sus mulas emprenden el camino de regreso, que se realiza sin contratiempos.
Cuando llega a casa la mujer abraza a Mediopollo, también se alegra por todos los granos que trae. Luego de escuchar la historia propone que el arriero, Mediopollo y ella formen una sociedad para administrar los granos, distribuirlos a las otras granjas y organizar siembras. La familia del arriero se mudó al lado de Mediopollo y su madre. Al parecer hicieron buenos negocios y sus riquezas crecieron día a día, solo que ahora las comparten entre ellos.
Sobre la leyenda:
La existencia de un medio pollo ya resulta extraña, pero el desarrollo de la trama y el tratamiento de los personajes hacen surrealista la narración. El protagonista realiza un viaje dando saltos con la única pata que tiene y en el camino se encuentra con un hombre, varios animales y un río que lo van acompañar en su travesía. Lo curioso es que no van a su lado sino dentro de su cuerpo, se introducen en su buche y en algunas versiones en su trasero.
Es muy probable que los orígenes de esta leyenda sean árabes. En sus versiones medio pollo se asemeja a un muchacho que acabará convertido en adulto (pollo entero) gracias al tiempo y a la experiencia. También forma parte de la tradición oral de cuentos en Francia, España y algunos países de Latinoamérica. En ellas narran lo que le acontece al medio-pollo durante un viaje, sin embargo en el Municipio de Paime, Colombia, el relato tan solo se refiere a su nacimiento. Para este relato tomé como referencias la leyenda de Colombia y una mezcla de versiones europeas y de Argentina.
Quiero ese medio pollo con papas fritas, eh. Te adoro Dulcinea.
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Hay Oswaldo, no te conviene meterte con ese medio pollo 😁 Su buche es peligroso jajajaja 😁 Un abrazo 🐾
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Precioso, Rosa. Me ha encantado. No conocía esa leyenda.
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Hola María Pilar. Me alegro que te haya gustado. Yo tampoco la conocía y cuando comencé a investigar sobre ella, aluciné. Me costó imaginármelo jajaja 😁 Gracias por tus palabras. Un abrazo 🐾
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