El vecino del piso 7

El amanecer llega reluciente, con luces que pintan las calles de amarillos y rosa. Los cálidos rayos del sol abrazan el paisaje solo lo justo para dejar una suave sensación de calidez que invita a pasear. Sin embargo, en el edificio #125 reina la oscuridad. Las luces dejaron de funcionar. Los grandes ventanales y espejos están opacos, solo reflejan penumbra. El sonido exterior tampoco traspasa los muros. Adentro solo se escucha el eco que producen los apresurados pasos de los vecinos y sus voces al preguntar qué ocurre.


A pesar de no haber ningún electricista entre ellos, los residentes revisan las instalaciones. Todo parece estar en orden, se tranquilizan unos a otros con la frase: «seguro que la avería viene de afuera». Con esta idea salen en búsqueda de respuestas y el ruido habitual del ambiente vuelve a sus oídos. Inquietos, algunos comienzan a entrar y salir del edificio para intentar dar explicación sobre este fenómeno, pero no lo consiguen, así que, cansados, se suman a los que examinan la acera y observan el cielo en búsqueda de algún indicio que aclare el origen del fallo eléctrico. Hay otro grupo que decide investigar si en las demás viviendas ocurre lo mismo, mientras llaman por teléfono para informar a las autoridades. Los pocos residentes que aún permanecen dentro del edificio deciden encender algunas linternas que tienen en sus casas, pero al hacerlo estas estallan. Con el pánico presente en sus cuerpos, un joven que apodan el galán, comenta sobre la mudanza reciente en el 7º M y agrega: «Algo habrá hecho en el cableado». Los vecinos escuchan sin oír, pero él decide averiguar. Lo sigue la del 5º E, quien no pierde oportunidad de enterarse personalmente del acontecer del vecindario y sus alrededores. El resto vuelve a la acera. No salen del asombro al comprobar que desde la calle el bloque se ve iluminado y se escuchan pájaros y aviones; sin embargo, al entrar la oscuridad y el silencio reina en todos los rincones.

A pesar de que el galán y la joven del 5º E acostumbran compartir comentarios sobre la vida ajena (y el aseo del edificio), suben los siete pisos en silencio.

Vecino que apodan «Galán» y la del 5ºE en cotilleos anteriores, esos se titularon «La mentira«

Al llegar, el joven se dispone a tocar la puerta. Mientras ella permanece con los oídos atentos, pero rezagada en la oscuridad. Él habla unos segundos con el nuevo inquilino, luego vuelve acelerado hacia el relleno de la escalera y la del 5º E, que no se enteró de nada, pregunta a voces sobre lo que El Galán ha escuchado. Él no responde, se apresura escaleras abajo. Ella lo sigue sin alcanzarlo. Ante sus insistentes preguntas El Galán voltea para contestar, pero justo en ese momento una enorme chispa salta de una de las bombillas apagadas, él pierde el equilibrio y rueda por los escalones. La joven grita para pedir ayuda. Apresura sus pasos, llega a la planta baja y lo encuentra extendido en el suelo, con los brazos abiertos. De inmediato corre hacia la calle a buscar al resto de los vecinos.


El asombro se apodera del grupo al encontrar el cuerpo inerte del joven. Se escuchan llantos desgarradores confundidos con los ecos de las voces que llaman a una ambulancia, a los bomberos, a los familiares. Al cabo de un rato reina el mutismo y una sensación de incertidumbre. Uno de los presentes decide subir al 7º e informarse sobre el nuevo inquilino. La del 5ºE también lo acompaña. Remontan los siete pisos a grandes zancadas. Al llegar ambos tocan la puerta y el recién mudado sale. Después de hablar unos pocos segundos, se cierra la puerta con suavidad y ambos bajan en silencio, con pasos rápidos, pero cuidadosos para no resbalar. Tienen algo vital que comunicar al resto. Llegan sin aliento a la planta baja y sin detener su carrera hacen señas y se dirigen hacia la calle, allí se detienen. Los vecinos, que los siguen expectantes y dispuestos a escucharlos, se quedan petrificados al observar cómo las enormes macetas en forma de copas que adornan la terraza del último piso, caen sobre las cabezas de esos dos. La muerte es inmediata.

El ensordecedor ruido atrae a muchos. Transeúntes y vecinos observa la escena llena de polvo, restos del cemento y tierra de las macetas que envuelven a los dos cuerpos. De la multitud surge el cartero, quien entre frases entrecortadas, también comenta el suceso.

En pocos minutos llegan las autoridades que piden a los presentes, se retiren. Cortan el paso y mientras esperan al forense comienzan a interrogar. Los transeuntes indican que el ruido los atrajo. Los habitantes del bloque dan explicaciones confusas. Hablan del apagón, del silencio, la oscuridad, del inquilino del 7º M. En medio de la palabrería se escucha la voz del cartero:

—Debo entregar una postal justo al 7º M. —De inmediato las miradas se clavan en él. Se produce un silencio mezclado con rabia y temor. La policía pregunta si entre los presentes está ese residente, pero no hay respuestas. De inmediato el presidente de la junta de vecinos les informa que ninguno de los presentes lo conoce. No saben si es hombre o mujer, que los únicos que hablaron con ese ser son los que ahora están muertos.

Estas palabras generan un pánico colectivo en el que reaccionan de diferentes maneras. Muchos de los curiosos se retiran con precaución, otros, intrigados, se acercan más al grupo. La policía decide subir para hablar con el inquilino del 7º M. El cartero les pide ir con ellos para entregar la postal. Las autoridades consienten. Se suman algunos vecinos del #125, los que se sienten valientes y curiosos por partes iguales.

Suben en silencio, unos cerca de los otros. Cuando llegan al séptimo piso se sorprenden al encontrar abierta la puerta del 7º M. La policía indica al grupo que permanezcan en el pasillo. Cuando los agentes entran al apartamento lo encuentran vacío, sin indicios de haber sido habitado en mucho tiempo. Regresan con los vecinos e insisten en saber quién habló con el nuevo inquilino. De nuevo todos relatan de forma simultánea sobre el corte de luz, el silencio que se apoderó del edificio, el eco de los pasillos, de las muertes de aquellos que subieron y hablaron con ese ser.

Al no tener una información coherente la policía pide calma, las trágicas muertes serán investigadas a fondo. Se retiran un poco para hablar entre ellos. Al rato un agente pide al cartero la postal. La toma en sus manos, la examina y luego lee en voz alta: «M, estoy muy satisfecho por lo eficiente de tu trabajo. Gracias por la rapidez de la gestión. Hoy no me marcho con las manos vacías». Lo firma un tal Caronte ¿Alguien lo conoce? Es lo último que se escucha antes de la explosión de las bombonas de gas que deja al edificio #125 reducido a escombros.


Participa en VadeReto (NOVIEMBRE 2022)

Este mes comienza un poco lúgubre, pero también reflexivo… y vamos a rendirle culto a…

LA MUERTE


Anuncios
Anuncio publicitario

11 comentarios en “El vecino del piso 7

  1. Buenos días, Rosa.
    ¡¡¡¡Buenísimo!!!
    La intriga me llevó hasta el final sin darme cuenta. La buena narración, el ritmo in crescendo, la atmósfera creada en ese edificio, han sido formidables.
    No estaba seguro de querer conocer al vecino del 7º y las razones de las muertes. A veces, prefiero un final abierto y que mi mente divague buscando las soluciones más enrevesadas. Sin embargo, le has dado un magnífico cierre, al que no le han faltado ni los fuegos artificiales, los de las bombonas estallando y los escombros formando palmeras de colores en el cielo. 😉😅
    Solo hay un detalle que no me encaja, que el cartero al enterarse de que tiene que entregar una carta en el 7º y no hay ascensor, no salga huyendo como si le hubieran soltado a los perros. 😅😂
    Muy buen relato, un maravilloso regalo para este VadeReto tan tenebroso. Para el próximo, cambiaremos radicalmente de género.
    Felicidades, Muchas gracias por el aporte.
    Abrazo grande.

    Le gusta a 1 persona

    1. Hola JascNet, jajajaja 😁 Al cartero la curiosidad lo llevó literalmente a la muerte, para que veas que el chisme mueve montaña.😁
      Me alegra que re haya gustado, a mí me divirtió el final, a decir verdad lo tenía planificado más «convencional», pero me decidí por ayudar al pobre Caronte que tenía la barca casi vacía.
      Muchas gracias por tus palabras. Espero el próximo reto a ver qué otra maldad se te ocurre y así despertar la imaginación de los participantes 😍 Un abrazo 🐾

      Le gusta a 1 persona

  2. Hola Rosa, sin duda tu relato tiene un gran ritmo y logras provocar una intriga que nos lleva a querer saber más del tal vecino. Al final el misterio se resuelve con una sorprendente revelación. Muy bien escrito. Saludos.

    Le gusta a 1 persona

  3. Hola Rosa. Un relato que me llevó rápido hasta el final, para saciar mi curiosidad y ver si nos regalabas el final o nos dejabas la tarea de completarlo. Claro que, a estas alturas, mi curiosidad me preocupa un poco, no vaya a acabar como los vecinos del edificio #125.
    ¡Divertido y morboso! Me gustó.
    Saludos.

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.