Julio, mi amigo gatuno, conoce los peligros que encierra la oscuridad. Por su actitud creo que piensa que hay sombras que me asechan o que existe el peligro de que pierda el camino de regreso a la habitación. Quizás esa sea la razón por la cual acostumbra acompañarme cuando, por las noches, me levanto para ir al baño o a la cocina por un vaso con agua.

Con sus ojitos semiabiertos se estira y camina detrás de mí, en algunas oportunidades se adelanta con pasos sigilosos para estudiar el espacio y con suaves sonidos, dichos en tono muy bajo, me indica que no hay peligro. Veo difícil que me pueda perder en mi propia casa y aun así sigo sus instrucciones, su compañía me alegra y su preocupación por mi bienestar me enternece. Suele sentarse somnoliento a mi lado, atento a cualquier sonido o movimiento que pueda detectar. Luego vuelve a guiarme hasta la habitación y no se acuesta hasta no estar seguro que yo lo he hecho antes.

No solo me acompaña por las noches, también lo hace cuando se percata que me dirijo hacia algún lugar dentro de la casa que pueda ocultar peligros para un humano, como por ejemplo el closet. El armario de la ropa por lo general está cerrado, es oscuro y tal vez abra portales hacia otras dimensiones. También me acompaña cuando me dirijo hacia cualquier habitación que tenga la puerta cerrada (nadie sabe qué se oculta detrás de ella). A la cocina sin importar la hora, quizás prepare alguna comida que deba probar para asegurar su sabor. Quizás reconozca mis escasas habilidades en la cacería y prefiere estar cerca para que nada malo me ocurra. Estas pudieran ser algunas de las razones por las cuales acompaña mis pasos, no estoy muy segura de ello, quiero pensar que básicamente es porque le gusta mi compañía.

Recuerdo una oportunidad que estaba en la terraza y vi en el cielo a un ave muy grande. El sonido del aleteo en su vuelo me llamó la atención, venía directo hacia nosotros. Julio se erizó para enfrentarla y yo me sumé a la defensa, ambos permanecimos atentos. Al final mi tamaño jugó a favor y el ave se espantó. Se trataba de una cigüeña que vive en el campanario de una iglesia vecina. Ella siguió su vuelo, Julio y yo nos miramos con asombro, no habíamos visto un ave tan grande volando sobre nosotros. Por supuesto que al día siguiente las humanas de la vivienda techamos la terraza con tela de gallinero, luego de averiguar que esas aves podían coger mamíferos pequeños. Aunque ya no es posible ser atacados por la cigüeña, cuando Julio me acompaña a la terraza, mira hacia el cielo, lanza al aire algunos gruñidos, se eriza y solo al estar seguro que no hay cigüeña a la vista, se vuelve a convertir en un dulce minino. Ahora ella pasa volando a lo lejos, se dio cuenta que no puede entrar. Julio la observa con precaución, yo reconozco que es muy hermosa y también permanezco atenta.

Por estas razones y muchas otras que serían muy largas de contar, en nuestra campaña de #AdoptaUnGato decidimos usar esta frase «¿Por qué adoptar un gato? Por la inmensa felicidad de tener cuatro patitas siguiéndote a todas partes».

Pensamos que estas palabras encierran muchas emociones y sentimientos, tanto para los humanos como para nuestros amigos felinos.

Aquí les dejo el hermoso texto que Todo Para Tu Gato publicó en su blog:

Cuatro patitas que me siguen

Cuando en tu casa nunca ha habido animales de compañía, te acostumbras a llegar, y que no haya nadie esperándote. Pero un día eso cambia. De repente entra un gato en tu vida, y la transforma completamente…

Ahora cuando te levantas a media noche a oscuras debes ir con mucho cuidado de no pisar unas patitas, que seguramente, siempre estarán justo en medio de tu camino…  sigue leyendo

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