El terrible malestar continúa. Es urgente obtener el brebaje para recobrar la salud, por lo que debe ir al lugar que ha evitado por largo tiempo. Se calza zapatos deportivos para poder caminar de prisa por los lúgubres senderos de su obligada excursión.
No tiene tiempo de comunicarle a la familia ni a los amigos su repentina salida, tan solo dedica unos minutos para contar el dinero. Debe llevar la cantidad suficiente que permita pagar el alto precio de la pócima, toma su mochila y sale. Muy tarde se percata que el móvil quedó olvidado en la mesa del comedor, pero volver para buscarlo no es una opción. Así que continúa. Atraviesa de prisa los tan temidos senderos. Con precaución, evade a los que encuentra a su paso y escala las inclinadas pendientes casi sin respirar. El aire cada vez es más helado. En varias ocasiones la respiración entrecortada le impide esquivar los charcos pantanosos que se atraviesan por doquier en su camino.

Al llegar al descampado nota que sus zapatos se encuentran llenos de barro. Con unas hojas caídas de un árbol moribundo limpia como puede la suela y las superficies más visibles, pero en sus manos quedan las huellas del fétido fango. Con desespero busca agua para lavarlas y tan solo encuentra a su alrededor muchos charcos. No tiene otra opción que frotarlas en sus propias ropas para limpiarlas. Cuando se detiene para retomar el aliento y la compostura, se percata que ya está cerca de su destino.
Camina despacio. Con estudiada calma atraviesa los muros de la fortaleza y cuando el olor del fango impregna el lugar, se escucha una voz que da la alarma. Con desconcierto suelta la mochila que cae estrepitosamente al suelo. De inmediato llegan algunos ayudantes de esa voz que con sus corpulentos brazos sostienen sus hombros, colocan su maltrecho cuerpo en una camilla, la mochila a un lado y ajustan en su rostro una máscara que le impide hablar. Pierde la noción del tiempo, tan solo recuerda el sonido de una sirena, el veloz movimiento del vehículo, personas que hablan entre sí. A su alrededor todo se mueve con mucha rapidez, luego observa un largo techo blanco mientras se desplaza por pasillos hasta llegar a una habitación en donde lo limpian, la ropa la sustituyen por otra y queda inconsciente.
Transcurre un tiempo indefinido hasta que llegan varias personas trajeadas de impecable blanco, retiran la máscara de su rostro, le miran con atención y preguntan qué siente, qué le pasa. Se percata que sus brazos y piernas están sujetos a la cama. Recobra algo de su maltrecha dignidad y con angustia balbucea:
—Esto es un mal entendido. Yo entré a la farmacia para comprar un jarabe para la tos. No entiendo cómo ni por qué llegué aquí..
Los trajeados de blanco sonríen. Uno de ellos le da una palmada en el hombro y coloca de nuevo la máscara de oxígeno sobre su aterrado rostro. Al mismo tiempo alguien le inyecta un medicamento y mientras sus ojos se cierran con lentitud, puede escuchar los murmullos irreconocibles del grupo de impecables batas y observa cómo lentamente abandonan la habitación.

Muy buena entrada…parece ser el preámbulo de una novela sobre «la trata» de mujeres…Ve para adelante; que tienes con qué. Un cálido saludo.
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Hola elcieloyelinfierno. ¡Qué gran idea me has dado!!!! No se me había ocurrido, pero me gusta!! Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾
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No hay porque!! Saludos cordiales.
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¡Hola, Rosa! Creyó entrar en una farmacia, pero me temo que entró en una empresa farmacéutica y eso nunca acaba bien, je, je, je… Como te han comentado, el relato admite una continuación. Un abrazo
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Hola David. Me temo que sí, jajajaja 😁 Tal vez era una empresa farmacéutica encubierta, disfrazada de farmacia de pueblo jajajaja 😁 ¿Será que así «captan» a los sujetos de prueba? Qué susto!!! Eso podría dar para otro relato. (Ya tengo dos ideas de una segunda parte) 😍 Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾
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Hola Rosa.
Desde luego no sé si habrá entrado a una farmacia, un hospital, un antro de captación… de lo que estoy segura es que, por las dudas, le pediré a mi asistenta que vaya a la farmacia por mí. ¡Ni loca me arriesgo!
¡Muy buen viaje! No, no es un deseo, es una constatación de lo que me ha gustado tu relato.
Un abrazo.
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Hola BlogTrujaman. jajajaja 😁Cuando mandes a tu asistenta, cerciórate que lleva su móvil, no le vaya a ocurrir lo mismo que en el relato 😁 Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾
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¡Hola! Qué inquietante relato y ¿qué pasará después? Tendrás que contarlo, no nos puedes dejar con la duda, jeje. Buen relato y participación en el VadeReto. Un abrazo. 🙂
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Hola Merche. La verdad es que aún no sé qué le pasará a mi protagonista. 🤔 De momento tengo dos sugerencias interesantes y algunas ideas locas rondándome por la cabeza. jajajaja 😁 Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾
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Sin duda la sanidad está cada vez peor. Quizá haya que recurrir a la homeopatía.
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jajajaja 😁 Buena observación, Cabrónidas 😁 Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾
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Interesante y entretenido relato con un contenido que engancha bien. Un saludo de ANTIGÜEDADES DEL MUNDO.
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Hola Jerónimo. Muchas gracias por el comentario. Un abrazo 🐾
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Hola Rosa, sin duda un viaje que acabó mal. Tu relato nos llena de inquietud y bueno, por si las dudas mejor pediré los remedios por teléfono y que me los traigan. Saludos.
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Jajajaja Ana 😁 Creo que será más seguro. Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾
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Hola, Rosa.
Perdón por la tardanza.
Un thriller en toda regla. De momento, deja todas las interpretaciones posibles en las manos del lector. Bueno, más bien en su mente. Digo de momento, porque espero que sigas las indicaciones y ánimos de los compis y nos sigas desvelando detalles de esta historia.
Será que ando cansado y mi mente espesita, pero yo vi a un anciano de mente imaginativa que recorre el camino de su casa a la farmacia como si fuera una gran aventura en la jungla. Es el único aliciente que le queda, su imaginación.
Llega tarde a la farmacia, porque allí le pasa algo: un infarto, un iptus o un simple desmayo. Despierta en el hospital desconcertado y entristecido porque su aventura es una más de las que afronta cada poco tiempo.
¿Triste? ¿Demasiado realista? Posiblemente. Estaré influenciado por mis tantas visitas a la sanidad este año.
Pero tranquila, estoy desempolvando el sombrero de Indiana.
Muy buen relato que nos invita a imaginar. Gracias por el regalo.
Un abrazo.
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Hola JascNet. No te preocupes por la tardanza, siempre eres bienvenido 😍
La interpretación que le has dado, es la que más se acerca a la que tenía en mi mente.
Como sabrás, cuando uno se siente mal, pero mal de verdad, verdad y tiene que ir a la farmacia para comprar un medicamento, el camino se hace distante. Subir un peldaño de la acera o de cualquier escalera que encuentres en el camino, es equivalente a escalar una montaña.
Me alegra saber que ya estás mejor 😁 Gracia por tus palabras. Un fuerte abrazo 🐾
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Creo que los medicos se alegraron al ver resucitar a alguien gracias a sus esfuerzos.
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Hola José, también vale esta interpretación. Un abrazo 🐾
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