El expulsado: dame el color para ruborizar mejillas (13c) Permite que te complazca (14c)

Dame el color para ruborizar mejillas

Saturnino Segundo conversa con Bram
Cierre del círculo.

—¿Qué te parece Bram?

Esta indecisión despertó en Bram la sospecha de que algo raro ocurre. Un sonido ascendente que duró menos de un segundo y sin necesidad de abrir la boca fue su respuesta.

—Vale es un claro, no.

Bram se acicalaba sus orejas sobre la cama, mientras de reojo lo ve rebuscar en su ropero. Aarrnino es seguido por la meticulosa mirada de Bram, quien observa sus idas y venidas al buscar alguna camisa que le combine. Era una conducta curiosa, normalmente vestía con lo primero que encontraba limpio.

—¿Y ésta?

Bram respondió entre el maullido y el ronroneo.

—Vale, no te gusta… A ver esta otra

Esta vez los ojos se abrieron y la cabeza se ladeó un poco.

—¡Tenemos ganadora! Así me veo bien… gracias Bram.

La expresión de éste no solo aprobaba la ropa elegida, sino que preguntaba qué se traía entre manos, Aarrnino se vio nervioso ante la intensidad de la pregunta.

—En la tarde voy encontrarme con una amiga, una que ya conocía pero no tanto, que ya creció y ohh Bram tienes que verla… —Comenzó a explicarle sobre los atributos de Lucía.

Bram se interesó por el tema y emitió un murmullo imperceptible para algún otro humano, pero audible para Aarrnino, quien terminó de confesar:

—Es la prima de Anier, tu no la conoces

Breves maullidos en diferentes tonos y acompañados de un contoneo del cuerpo fue el aporte de Bram a la conversación.

—Tal vez y sea hora dejar de estar perdido, sin una fémina capaz de centrarme. Si tengo suerte puede ser ella. Vamos averiguarlo… aunque primero tendré que soportar la «tertulia de la tarde» pero bueno, así dos pájaros de un tiro: yo entro en el grupo y me quedo con la chica.

Esto inquietó a Bram y Aarrnino lo notó en ese sonido que parecía imitar a un pájaro.

—¿Pero qué dices Bram?

Bram continúo con su trinar de dientes.

—¿Qué quieres que me busque una novia de otra manera?

Bram insistió. «Déjate de tonterías humano», fue lo que intuyó Aarrnino que le dijo pero, optó por seguir con la conversación, como si no lo hubiese entendido:

Encuentro en el parque

—¿De noche en el parque? no Bram, los humanos no funcionamos así… todo sería más fácil, pero no es posible. —Dice mientras acaricia su abundante y suave pelaje.

—A la que me encuentre en un parque de noche no las querrías de compañera, créeme.

Bram lo mira con ternura, sin parar de emitir esos sonidos que Saturnino Segundo quiso interpretar como un deseo de buena suerte. Para Aarrnino fue indiferente la presencia de una abeja que revolotea entre las macetas de la habitación. Bram siguió su vuelo hasta que lograron mantener otra conversación en paralelo y ajena al inquieto Aarrnino.

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