Fue difícil esperar a que estuviera solo. Se armó de paciencia y con palabras que denotan necesidad, logró introducirlo en el cubículo que comparte con Anier. El caminar pausado y estudiado de Víctor contrasta con los de Saturnino Segundo, quien en varias ocasiones se tropezó con sus propios pasos, al tratar de seguir ese ritmo tan peculiar.

«Sabrá escucharme pero, ¿comprenderme?» se preguntó Saturnino Segundo al confiarle su problema, después de superar esos ojos inmóviles sobre él . Al terminar su relato se sintió desnudo. Víctor se tomó su tiempo: Miró el móvil con el pulgar como si sus ojos no bastasen. Masticó las palabras en frases que no terminó… Calcula el impacto de su actitud sobre el exasperado e inquieto Molina, quien se movió por el pequeño cubículo, puso música desde su ordenador, se sentó, se levantó… sin saber qué hacer entre los silencios y los párrafos a medio camino.

Al estar satisfecho con su observación, Víctor sacó a colación que su inseparable compañero había dejado recién su departamento, amoblado en su totalidad. «Podrían irse a vivir allí por un tiempo…»
🔉 …Sé que hay en tus ojos ♫ con solo mirar..♪♪
«¡Las barajas!»: «éxito»; «hombre de poder en el trabajo»; «¿Golpe de suerte…? ¿obra de la ramita de salvia…?» eran los pensamientos de Saturnino Segundo entre afortunado y sorprendido por la propuesta de Víctor. A pesar de este estado de excitación interna logró expresar en voz alta, con tranquilidad:
—Pero… y Daniel ¿qué dirá sobre esto? ¿De cuánto hablamos…? Como te dije aún estoy con el pago del último curso… tengo deudas…sin embargo puedo pagar los servicios, claro está…
—Ahora eso no es importante —interrumpe Víctor, en tono serio y con pocas ganas de dar detalles sobre la oferta. —Tu solo piensa: Lo bueno no debe ser solo para algunos, sino que todos debemos participar de ello. Las cosas deben y pueden ser diferentes para todos, mejores… Entonces ¿qué dices? ¿aceptas?
Saturnino Segundo no supo si guiarse por su instinto (después de todo eso era cosa de Bram y de las barajas) por lo que, para ganar un poco de tiempo, se colocó un lápiz a manera de bigotes para decir: «A ver qué dice Bram»
La seriedad de Víctor no era para hacer bromas, sin embargo la toleró al darse cuenta que fue desesperación y no el ánimo de ser gracioso lo que lo impulsó, solo hizo hincapié en que debía decidir pronto.
Saturnino Segundo se volvió a hundir en su silla mientras vió a Víctor alejarse por el pasillo. Luego giró hacia la ventana. Al encontrar de nuevo con su mirada a una abeja, pensó: «ese animalito me sigue» y volvió a su monólogo mental: «¿Será que el sueño de Bram se cumplirá? Aunque no sé con exactitud si sueña»…
Retomó los informes amontonados sobre su mesa y una ráfaga de viento lo cubrió de tristeza. Esa sensación «de hacer las cosas mal» retomó la batuta de su ánimo:
«El dinero a mis padres…ellos lo necesitan… pero ¿y yo?»
Vueltas y vueltas a las mismas ideas.
«¿Cuál dirección debo tomar para “mejorar la situación”?»
Vueltas y vueltas a las mismas ideas.
«Solo tengo a Bram y ni siquiera puedo ofrecerle un lugar seguro para vivir. Quizás mis padres tienen razón y soy un perdedor»
Vueltas y vueltas a las mismas ideas.
«Bram vive nervioso»
Vueltas y vueltas a las mismas ideas….
Inseguro de su instinto fingió trabajar y escuchar su música
🔉…que pa tres días ♫ que voy a estar viviendo…♪♪
Toca decidir
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