Enviar cartas a estas alturas de la vida no es lo usual, es más, ya no es…. Sin embargo en la película Her dirigida y producida por Spike Jonze, escribir cartas personales a desconocidos expresando sentimientos, describiendo escenas íntimas, recordando momentos, respondiendo preguntas muy personales… es un trabajo productivo.

Contrario al ajetreo propio de una vida activa y productiva este film nos muestra el lado estático de nuestra existencia, el deseo de compartir momentos así sea con una voz. Una soledad que viven sus personajes día a día, de manera lineal, sin matices, rodeados de una alta tecnología.

Para solucionar ese problema de soledad Theodore (el protagonista) se lanza a la aventura y descarga el sistema operativo. A medida que se conocen, surge una extraña relación de amor en donde ambos crecen al manifestar sus deseos y necesidades. Llegan a tomar conciencia del lugar que ocupa cada quien en el mundo. Theodore comprende que el humano es un ente individual que funciona en colectivo y la conciencia artificial también «comprende» que es un ente colectivo que podemos personalizar y poner voces individuales. Interesante planteamiento, muy bien desarrollado sin caer en melodramas ni escenas forzadas, pero que nos hace comprender y compartir todas sus angustias en primera persona.

Spike Jonze es una de los directores que ha logrado ir más allá del lenguaje plástico al tratar a los escenarios, la música, el vestuario y demás elementos como parte del argumento, crea una atmósfera que acompaña y apoya a la narrativa (sobre esta nueva manera de tratar el escenario en el cine ya hablé en el A propósito Horse Girl)

Esta atmósfera nos lleva con elegancia hacia el solitario y triste mundo de Theodore, en donde nos introducimos casi sin darnos cuenta y compartimos sus sentimientos, angustias, temores y llegamos al final con la sensación de haber sido más que un simple espectador. Sin duda, compartimos con él esos momentos. Es una película de casi un solo actor, no en vano la protagoniza Joaquin Phoenix que más que estar a la altura nos lleva en un films con tintes muy existenciales y una estética sutil que esconde una gran lucha por el reconocimiento del propio ser.

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