Apis Apidae: nuevos tiempos

Apis sabe que hay humanos interesados en ayudarlas, pero una buena parte de la población o ignora el problema o está decidida arrasarlas a su paso y ni el fuego puede hacer valer su poder ante estos últimos. «Es urgente hablar con la reina» es lo que ronda en su mente mientras vuela a la colmena.

Al llegar al panal se expresa rápido, se atropella con sus propios zumbidos sin dejar de volar de forma nerviosa:

—He hablado con el fuego y se unió a nuestra causa. Nos avisará cuando los humanos lo usen para atacarnos, el viento será su vocero… —dice sin esperar respuesta.

Continúa su relato sobre lo ocurrido en la aldea con evidente preocupación.

Hablar con la reina

Luego prosigue: —Por lo que he investigado los humanos no siempre han sido así, porque de haber impartido tanta destrucción sin sentido ya nadie existiría, pero… por más que indago no sé qué les pasó.

Continúa dando vueltas de un lado a otro, su revoloteo es incesante.

—¡Para ellos es más fácil que nos sometamos a sus caprichos… pero no para nosotros…! —dice con disgusto. —No podemos ir con ellos sin oponer resistencia… ¡No es verdad lo que dicen!

—La tarea que te toca es la más difícil de todas —interrumpe la reina — ir en busca de los nuestros y alertarles sobre los humanos sin que éstos te destruyan. Es cierto que no podemos ignorar tus reportes, ni en las de las otras como tú. Debes desplazarte al lugar que te voy a señalar, pero no irás sola.

De inmediato mandó a llamar a una joven. Al hacer su entrada en la celda de la reina Apis la reconoció, era la misma que el día del incidente hizo referencia sobre su contacto con la muerte al quinto día de haber nacido. La premura de la misión las hizo salir a esas horas, a pesar de que la tarde llegaba a su fin. El viento, como el buen aliado que ha sido, las ayudó en su vuelo.

Cuando aún faltan unos pocos metros antes de llegar Apis reconoció a un grupo de personas. Le señaló a su compañera los rostros que había visto en defender a los suyos en la aldea.

—Hay algunos humanos con habilidades para entendernos, como estos por ejemplo. Dicen que somos «los seres vivos más importantes del planeta», pero presta atención para que no te confundas si te toca seguir sola con la misión que nos han encomendado…

La conversación se ve interrumpida por el olor de aquellos humanos que las habían atacado en las aldeas. El viento colabora anticipando su llegada. Apis alerta a su sucesora y se refugian en lo alto de un árbol. Desde allí contemplan cómo esas personas crean una estampida y hay una gran confusión en los presentes. Esos humanos se cierran en círculos y llaman a otros que, como sombras, están escondidos. En su salida realizan movimientos atropellados, avasallan a otras personas con aparente desorden, pero Apis y compañía ven la estructura de una coreografía estudiada: No son muchos aunque ruidosos, lanzan objetos sobre las personas de aquella aldea y su puesta en escena los multiplica en cada sombra proyectada.

—Fíjate en esos, y como crean confusión. Debemos estar atentas… —Apis no puede continuar porque en medio del caos aparecen otros humanos vestidos de imponente autoridad. También arrojan objetos al suelo que al caer, desprenden humo y un olor que les dificulta respirar. Aturdidas, están a punto de desplomarse.

Un grupo de seres que también van al vuelo las ven y llegan a tiempo para socorrerlas. Las llevan a otro lugar seguro, donde las reaniman. Uno de ellos les aconseja que combinen la curiosidad con la prudencia.

—El humano es impredecible: se golpean entre ellos y destruyen cosas que han construido para luego volver hacerlas, ante la admiración de otros que parecen no tener memoria. —Les dice.

Apis les agradeció la ayuda y en medio de la conversación le confió la misión en la que están. Les explica que después de mucho indagar tan sólo pueden confiar en el viento, el fuego, la fortuna y la muerte. A lo que el más anciano del grupo le replica:

—El humano ya puede controlar a los elementos de la naturaleza. Ni el fuego, ni el viento escapan de su control. La fortuna la manejan a su antojo, según sus conveniencias y a la muerte, que hasta ahora le temían, también están buscando la forma de burlarla.

El humano controla los elementos

Después de una pausa continuó: —A pesar de haber vivido rodeado de ellos por mucho tiempo, aun no puedo comprender que los hace tan destructivos. Por esas calles donde las encontramos a ustedes, se viven momentos como éstos casi a diario. Si necesitan volver a pasar por allí, vuelen muy alto para no tropezar con alguno de ellos, porque si esto pasa es probable que mueran sin comprender lo que ha ocurrido.

Apis Apidae agradece las palabras del palomo con ojos llenos de experiencia. Ella y Apis Mellifera siguen su consejo: Vuelan alto para llegar a las colmenas, pero deben atravesar esas calles y llegar hasta las llamadas granjas. Vuelan lo más rápido que pueden, esquivan objetos impregnados en llamas hasta que Apis Apidae siente el fuego que la abraza muy a su pesar. En su impotencia por ser usado el fuego se disculpa, lo único que puede hacer ahora por ella es intensificarse para entregarla lo más rápido posible a la muerte que la espera con dulzura y ansiosa de eliminar el dolor producto del ataque. En sus brazos, Apis Apidae tiene el tiempo suficiente para observar como Apis Mellifera, su sucesora, vuela apresurada al encuentro con las reinas. Un nuevo tiempo está por comenzar.

Fin

La vida y la sobrevivencia es lo primero.

¡Gracias por llegar hasta aquí!

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2 comentarios en “Apis Apidae: nuevos tiempos

  1. En esta misión hay ideas despiadadas para nosotros, los humanos, Rosa.
    Esa idea de que «El humano es impredecible: se golpean entre ellos y destruyen cosas que han construido para luego volver hacerlas, ante la admiración de otros que parecen no tener memoria» no nos deja en buen lugar. Nos lo merecemos.
    Un fuerte abrazo 🙂

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    1. Hola Miguel, 😍 mi intención no era hablar mal del humano, 😁 pero Apis me abrió los ojos. 😲 Por desgracia, desde tiempos inmemoriales el humano es el único animal que sigue a cualquiera que se auto-proclame líder. Lamento que para Apis este descubrimiento la llevó a los brazos de la muerte. 😢 Un abrazo 🐾

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