Con solo abrir la puerta de su casa ya empieza a escuchar el recital de reproches hacia su persona. Una vez adentro las frustraciones propias de su pareja que, entre frase y frase, llenan el espacio se intercalan en su mente con los rostros de sus padres: se repiten las mismas palabras.

Estos nuevos/viejos reclamos le recuerdan las instrucciones que recibió desde temprana edad. Según le dijeron, así no sería débil. Enseñanzas que quedaron grabadas en su alma, que entraron en su mente después de superar el vértigo de los golpes en su cabeza. Con la repetición de la instrucción, se abarrotó de preguntas que nadie respondió y luego solo se dejó llevar por su educación. Hoy mira a su pareja con atención. Se alegra de que, por ahora, esas enseñanzas sigan en sus labios y no en sus manos.
¡Hola, Rosa! Un relato sobre el que reflexionar, sin duda. El conflicto como única respuesta para imponer nuestro punto de vista no es lo mejor, y si lo llevamos al terreno de la pareja ese marcar territorio no suele terminar bien. Un final inquietante el que nos dejas, insinuando la deriva final de estas actitudes. Estupendo micro! Un abrazo!
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Muchas gracias por tus palabras David!! Es triste, pero en muchos casos la cosa empieza por un insulto en la infancia que no se ha superado 🐾
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