A propósito de Recursos inhumanos (Miniserie de TV) (2020)

Recursos inhumanos es la adaptación del libro, del mismo título, de Pierre Lemaitre del cual se lee en la sinopsis «Con humor, crudeza y un realismo brutal, Lemaitre explora el lado más inmoral del mundo empresarial y los efectos perversos que el desempleo puede llegar a tener en cualquiera de nosotros»

La adaptación de Netflix en miniserie nos da seis horas (6 capítulos de más o menos una hora cada uno) de esta mezcla de thriller y drama social, comedia y tragedia.

La puedes ver si quieres:

Asustarte😮😨😨😱
Llorar😥😥
Luchar😎😎😎😈
Pasar el rato🙂😊😀😃
Pelearte con el mundo😕😯😶😑🤐
Pensar🤨🤨🤔
Reir🙂😄😁
Test de Bechdel
Ver tabla

Este mundo es complicado. Sobre todo buscar sustento, en caso de ser pobre es casi a nivel de tragedia clásica, designios divinos (del sistema) en donde poca cosa se puede hacer al respecto, así coral y todo ya que toda la familia se ve comprometida por las decisiones de los que pueden proveer recursos. Para el pobre la anécdota alcanza también categoría moral y afecta al conjunto, o por lo menos así se sigue representando.

La clase alta también pasa por sus presiones y conflictos en donde de un día para otro todo se puede perder. Es más un drama a lo Shakespeare: Enredos, alianzas, traiciones. Todo dentro de las consecuencias estrictamente personales que se puedan tener como producto de las decisiones.

Pero para la clase media la representación es más una sitcom. Mismas escenas de sofá, en la oficina, magníficos fines de semana con amigos y familia… un bache, una remontada, otro bache que se soluciona… En fin, la vida medio comedia, todo muy ligero y superficial, mismos personajes y mismos escenarios cada día, estación del año… capítulo o episodio. Hasta que se es mayor de 50 años y el sistema decide que ya no eres parte de él. Aquí se complica la cosa.

Alain Delambre, con 57 años y en el paro, acepta una atractiva oferta laboral. Pero la cosa se pone fea cuando ve que solo es un peón en un cruel juego corporativo.

Muy viejo para empezar como becario (o su equivalente) en una empresa. Muy experimentado para un cargo de confianza en otra. El protagonista de Recursos inhumanos esta (como cualquiera en su situación) «sobre calificado» que llaman. Para Alain ha llegado el momento de salida. Ese punto en donde aún se está en pleno apogeo pero no lo suficiente para las vacantes disponibles. A los 50 años de edad se encuentra en la periferia del mercado laboral: No jubilado, ni prejubilado, no en ERTE, sino en búsqueda activa de empleo. Aquí empieza el drama. 

El primer capítulo nos pone en situación: cuatro años de búsqueda de empleo con fe y disciplina han hecho mella en el ánimo de Alain su relación conyugal y su economía. La depresión y la desesperación se apodera de él. Ha caído en desgracia social. Precariedad y subempleos que acepta para mantener lo que le queda de autoestima y no morir de hambre o ser arrastrado en una situación tipo El proceso de Kafka. Hay una denuncia por «violencia» (debido a una reacción insumisa de él) que actuará como bajo continuo y se convierte en una verdadera bola de nieve, pero no nos adelantemos que aquí esta el thriller.

Con el marco delimitado Recursos inhumanos despliega humor sobre la situación. Sarcasmo para no llorar. La luz de esperanza la enciende una respuesta positiva a una solicitud echada. Pinta bien, Alain se prepara y acude a la prueba. 

A partir de este punto la historia puede tener varias lecturas: Se vuelve un poco maniquea en el sentido de lo malvada, crueles y cosificadoras que resultan las grandes corporaciones con sus cuotas de representaciones y sus subvenciones… En fin, esa puede ser la primera lectura. Pero en los capítulos posteriores se va dando la vuelta.

El ejecutivo «malo malísimo» necesita hacer su fusión y sus recortes o la empresa que lo sustenta no sobrevive. Su dilema es: O se sacrifican unos cuantos miles de empleo ahora o millones más adelante, además de la consecuente pérdida de beneficios. Los de más bajo nivel ejecutivo están dispuestos a no engrosar las listas del paro, es matar o morir lo que está en juego. El fin último: Los beneficios. Eso lo justifica todo hasta los jueguecitos de rol que en esta miniserie se llevan al extremo, pero quien haya tenido que hacer entrevistas con este esquema entenderá lo humillante que resulta. 

Por otro lado está la familia de Alain y sus nuevos amigos, atrapados en su supervivencia.

Luchando, como cualquiera, contra el monstruo de la «rentabilidad». A cada uno se ve la costura de una manera u otra.

Afortunadamente no hay personajes «puros» ni altamente «contaminados» a medida que se avanza dejan de ser malos contra buenos y son personas, casi reales, sobreviviendo.

Las actuaciones están más que correctas así que es fácil sumergirse y participar del conflicto.

Un punto en contra es que en esta lucha de David contra Goliat que emprende Alain resulta demasiado inteligente, valiente y hábil. Encuentra amigos inesperados y demasiados leales. Tal vez resulta un poco difícil de creer, con lo realista que iba la miniserie, pero para la narración funciona de maravilla. Le da ese toque de héroe nacido de la desesperación. Otra cosa es que logre o no su proeza. Todo es tan urgente y rápido que pasan seis horas/capítulos volando para el desenlace.

En Recursos inhumanos Alain demuestra su determinación. Nos engaña también a nosotros. Pretende ganar y redimirnos a todos con su triunfo.



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