Mecenas, algoritmos y arte

Desde el inicio de la historia, los mecenas son los que han determinado cuáles son los artistas que mejor se ajustan a sus intereses, por lo tanto, han decidido a quiénes apoyar para que trasciendan y los han dado a conocer a través del tiempo como los mejores representantes de su época, pero ¿Cuántos anónimos existieron que no lograron divulgar sus trabajos por no ajustarse a sus necesidades? Es posible que muchos. Aunque eso es algo que nunca sabremos, solo lo podemos imaginar.

A medida que la sociedad progresa, los objetivos cambian, las informaciones se modifican y los roles de los individuos también se transforman. Tiempo atrás, los mecenas eran personajes estables económicamente e influyentes dentro de la sociedad (aristócratas, nobles, alto clero, burgueses, entre otros), ahora los mecenas ya no son individuos, son gobiernos o poderosas empresas conocidas por el común de los mortales. Ellos explican con claridad sus intereses, que al ser anunciados y recalcados a través de las múltiples redes que manejan, se convierten en asuntos importantes para la colectividad y con ello un reclamo que, como público, se exige.

Entonces nos enfrentamos a la paradoja de Abilene: se hace lo que le gusta a la mayoría y le gusta a la mayoría porque es lo que se hace. Estos mensajes/mandatos se repiten a tal punto que terminamos hablando de temas que (en principio) no son de nuestro interés, pero que sin percatarnos de ello acaparan nuestra atención. Sin darles dos pensamientos, repetimos nuevos vocablos, frases e ideas hasta hacerlas propias. Al final aceptamos o rechazamos una cuestión u otra según sea la tendencia. Y hasta hay algunos que izan banderas en pro o en contra de algo sin que ello sea necesariamente un asunto vital en sus vidas. Los artistas que estos mecenas apoyan se convierten en sus fieles voceros de las ideas imperantes. Los que no les siguen el juego y se plantean una propuesta personal (que son la gran mayoría) permanecen al margen, en una lucha por ser visibles.

No es de extrañar que desde el momento que la mujer comienza a tener más actividad pública, se hable de féminas del pasado vinculadas al arte y si bien el tema es interesante y da para mucho, este no es el objeto del post. Aunque antes lo he empezado a desarrollar en:

Ni joven, ni vulnerable ni débil. Judit decapitando a Holofernes. Artemisia Gentileschi. Óleo sobre lienzo, 1,99 X 1,62 (Galería de los Uffizi , Italia)

Artistas, féminas aparte “El arte es ajeno al espíritu de las mujeres pues esas cosas solo pueden realizarse con mucho talento, cualidad casi siempre rara en ellas”, había escrito Boccaccio. (Continúa leyendo luego)

Hago mención al tema del feminismo para explicar cómo los intereses de los mecenas de cada época se las ingenian para dar a conocer lo que al “público le interesa” y de esa forma ayudan a moldear el pensamiento colectivo de acuerdo con sus necesidades, aunque en algunas ocasiones el artista se sube a ese carro de motus propio para estar o parecer estar en la «vanguardia».

Paradoja detrás del entretenimiento Quiero o necesito.  Se produce para cubrir una necesidad pero, ¿Cuáles cubre el arte? Seguimos con las funciones de épocas pasadas, que se van sumando a la lista conforme pasan los años y los siglos, reinventándose y adaptándose pero manteniendo su razón de ser. La batuta la lleva, como no puede ser de otra… (Continúa leyendo después)

Paradoja detrás del entretenimiento

Ahora bien, volvamos al tema que nos atañe en este momento. A dos de los más grandes grupos de mecenas de la cultura, el arte y el entretenimiento (es decir, a las industrias y a los gobiernos) les interesa dirigir el pensamiento de sus consumidores/usuarios hacia un embudo que permita tener pleno conocimiento de su público y así poder dirigirlos hacia una acción concreta con el fin último de conseguir la lealtad de dicho consumidor/usuario. Después de todo y como es de esperarse, también busca la rentabilidad sobre todas las cosas. Para esto sintetizan los contenidos (frases, ideas, expresiones, imágenes) a la mínima unidad posible en un esfuerzo por crear al consumidor perfecto, fiel a sus necesidades de consumo.

La cultura, el arte y el entretenimiento no son ajenos a los desarrollos tecnológicos que nos rodean y gracias a los mecenas no solo se han incrementado la calidad de las producciones, sino que asimismo se usan para determinar el tipo de contenido que va dirigido a un grupo, a otro y a toda la colectividad. Pudiera pensarse que me refiero solo a los avances en cuanto a las técnicas para desarrollar un trabajo (todos los Adobe disponibles para crear, por ejemplo), pero en realidad estoy pensando en la tecnología que permite se muestre un trabajo u otro, no en función de su calidad sino en función de sus contenido, de su mensaje. Me refiero a los algoritmos que muestran o esconden lo que se publica en sus redes según criterios de la propia red.

Al buscar más información sobre los algoritmos encontré, en este portal especializado TreceBits, la siguiente explicación: […] «El objetivo de los algoritmos, las inteligencias artificiales y del machine learning es replicar los procesos de decisión del cerebro humano. Es decir, el algoritmo realiza todo el proceso de búsqueda, imitando la forma en la que lo haría un ser humano, en pocos segundos y muestra al usuario el resultado. Este proceso sería muy largo si lo realizara una persona, pero los algoritmos desarrollados artificialmente pueden hacerlo en pocos segundos».

De allí que, al manejar los diferentes algoritmos que pueden mover al consumidor ideal, estos mecenas los empleen para posicionar sus marcas o ideologías. Jueguen con ellos para ofrecernos interminables obras, objetos, en fin, todo lo que es «indispensable» en nuestras vidas, ya que conocen las preferencias y acciones de los usuarios para mostrar los contenidos más cercanos a sus gustos, aunque esto sea solo una conversación casual sobre la «necesidad» de probar una nueva aspiradora. Esa es la razón por la cual los contenidos que buscamos en las diferentes plataformas son iguales o similares, de una red social a otra (publicidad incluida). Al sumergirnos en ese juego, el cerebro deja de trabajar para centrar la atención en lo que la pantalla muestra y el simple movimiento del dedo es la señal de que aún estamos vivos.

Adicción por diseño. Natasha Dow Schüll

La antropóloga Natasha Dow Schüll, en su libro Adicción por diseño, explica las semejanzas que existen en el funcionamiento del ambiente online y el de un casino. Cómo ambos usan algunas de las mismas técnicas para mantener al usuario absorto, sin que se percate de las horas y horas de consumo inconsciente que está dedicando a esa «actividad» a cambio de un poco de desconexión de la realidad que golpea de frente. (A quien le interese, dejo el enlace a una entrevista con Natasha Dow Schüll)

El planteamiento de la antropóloga Natasha Dow Schüll es muy interesante y más aún cuando, al parecer, la industria del entretenimiento está replicando el éxito de este modelo que ya existe en las redes. Acciones repetitivas que te hagan consumir sus productos (series, películas, canciones, libros, ilustraciones…) hechos en forma serial: historias interminables o la misma historia con distintos rostros. Artistas premiamos y reconocidos que alardean de su creación y al detenernos para verlas o escucharlas con atención, descubrimos que son las mismas ideas representadas en otras imágenes, audiovisuales, canciones, en fin, hechas por diferentes personas, en varios idiomas, de manera más o menos homogéneas, eso ya no es lo importante, lo fundamental es que todos hablen de lo mismo, desde el mismo punto de vista y en el mismo momento, buscando que puedas entrar en esa especie de trance, que la mente no se relaje ni se estrese, sino que esté allí quieta, ejecutando una acción monótona dentro del espacio bellamente diseñado para que consumas cómodamente. Por alguna razón, mientras escribía esto me vino a la memoria las escenas de la estación El Cisne, cuando había que pulsar el botón sin saber muy bien por qué hacerlo y qué pasaba si no se hacía (hablo de Lost, 2004).

El misterioso mapa dibujado en la escotilla de emergencia de la estación El Cisne

Podemos decir que el concepto de juego se ha modificado, ya que de ser una actividad divertida, estimúlate, útil para conocer el entorno, a uno mismo y nuestros límites. Propicio para relajarnos y explorar situaciones o para practicar alguna habilidad. Ha pasado a ser una ocupación monótona y pasiva que ni nos relaja ni nos estresa, tan solo nos deja entrar en la tan agradable nada que he descrito arriba, en donde no tenemos intención, ni pensamiento, ni interacción real. Hay que tener en cuenta que el concepto de juego que se maneja, no es en un sentido lúdico (entretenimiento, recreativo) sino con un significado de evasión.

Si lo pensamos bien, la recompensa de los juegos online (desde un inofensivo solitario de cartas o mahjong, una inocente y pintoresca granja township o el famoso Free Fire) no es la emoción del juego, la oportunidad de ganar o las ganas de interactuar. Lo que nos hace jugar (lo que hoy se conoce como jugar) es justamente el premio del apagar el aquí y ahora. Esa desvinculación con la realidad que da el movimiento monótono es la hace que volvamos una y otra vez a revisar el correo electrónico de forma compulsiva, los WhatsApp, las actualizaciones de las redes y a jugar. La compensación viene del no pensar. Estas acciones no requieren una intención más allá de prestarles atención, lo que da un estado mental que te permite estar en el mundo, pero sin estar en él. Nos lleva a una especie de nada, pero no me refiero a la descrita en la obra filosófica El ser y la nada de Jean-Paul Sartre. Ya que para él (a grandes rasgos) la nada es la destrucción de lo ya dado para elaborar nuevas realidades. Su teoría existencial plantea que las personas son seres capaces de crear sus propias leyes al rebelarse contra todo tipo de estatutos, aceptando la responsabilidad, la ética y toda moral personal sin el apoyo de la sociedad, la ética o cualquier norma tradicional. Es lo contrario a esta nada que se asemeja a un vacío, un limbo emocional e intelectual que nos aleja del momento actual, aunque permanecemos despiertos y físicamente presentes.

De igual forma, la idea del arte como entretenimiento se desplaza en esta dirección. No en vano hemos visto lo bien que han funcionado las repeticiones de argumentos en series, películas, libros, etc. etc. en donde tan solo cambia el sexo, la nacionalidad o el color de la piel de algunos de los personajes. La industria nos vuelve a vender estos productos y nos convencen de que nos conectan con nuestros recuerdos de un pasado feliz, porque lo primordial es mantenernos en la nada para que podamos seguir consumiendo y el espectador, absorto en ella, los acepta y cree percibirla de una nueva manera.

También podemos tomar a modo de ejemplo el arte popular-callejero, que se caracteriza por ser espontáneo y que nace del sentimiento/perspectiva de los artistas o grupos que están viendo el mundo desde un lugar diferente a lo que la industria está interpretando, pero que, como ya he mencionado antes en el post sobre La globalización cultural y el arte actual se diluyen al ser devorados por estos nuevos mecenas, quienes explotan aquellos elementos utilizables para lograr su rentabilidad. El otro gran mecenas, que no busca beneficios económicos, aunque sí gana al gestionar la cultura, son los gobiernos. Así, el arte popular-callejero debe solicitar múltiples permisos para poder exponerse, autorizaciones que van más allá de la organización de la ciudad y sus ciudadanos, para pasar al plano ideológico. De ser una expresión artística llena de propuestas interesantes que te llamaban a la reflexión, pasaron a ser parte de un homogéneo y pintoresco paisaje urbano.

Como he dicho en múltiples ocasiones, el arte refleja, transmite y/o advierte y en la trama de la película de 1997, Perfect Blue (basada en la novela Perfect Blue: Complete Metamorphosis, de Yoshikazu Takeuchi,1991), es evidente el reflejo y la advertencia. Perfect Blue es un ejemplo muy rudo de cómo un artista puede ser devorado por las exigencias del mecenas/industria hasta perder sus límites y convertirse en el intérprete perfecto, esto entre muchos de los temas tratados en el anime.

Mima Kirigoe (personaje principal) decide dejar de ser una cantante pop, de un grupo con pocos fanáticos, a actriz de TV a nivel nacional y nos muestra esa transformación, nos involucra en situaciones escabrosas que debe aceptar al someterse a voluntad para demostrar su compromiso y determinación de pertenecer al grupo de artistas reconocidas por la industria.

Mima Kirigoe. Perfect Blue

Pero pasar de una imagen de niña inocente a mujer adulta implica mostrase sexualmente dispuesta y apetecible.

Perfect Blue es un caso extremo. Muestra muchos otros aspectos: el lado oscuro de los fanáticos y la sexualización de las menores para un público adulto (las idols) por ejemplo; sin embargo, el delicado tema que toca esta obra es material para otro post.

Si bien hay múltiples ejemplos similares a Mina en la vida real, no los voy a citar. Es mejor que sean ustedes los que decidan quienes, de forma voluntaria y después de tantos años de quejas por ser tratadas como objetos sexuales, han decidido comportarse sexualmente dispuesta y apetecibles, autoproclamándose «perras», «zorras» o «lobas» para ser símbolos de mujeres empoderadas, artistas de «verdad» y así estar con los tiempos. Esto me recuerda la canción de Vico C, Ella va (más allá de su mensaje cristiano, que no comparto, respeto y me gusta su música, su baile y su propuesta):

Ella va con las plataformas que la ponen grande ♪ ♪ ♪ ♪ ♪
El pelo suelto que va donde viento lo mande ♪♪ ♪ ♪
Ropa bien in gata blinblinera ♪ ♪
Para alumbrar a los que miran lo de afuera ♪♪ ♪ ♪
Los que dicen esta noche quiero una bandolera ♪ ♪ ♪ ♪ ♪
Que no se queje y actúe como fiera ♪ ♪ ♪

Vico C – Ella Va – Parte 1 (Video Oficial)

Pongo este ejemplo de ficción (Perfect Blue), porque los de la vida real son muchos y están «normalizados» por la sociedad. Solo voy a citar uno que ilustra hasta dónde puede llegar la ambición de terceros para lograr el control de un artista que ya es tratado como una mercancía. Me refiero al caso de Britney Spears.

A manera de conclusión

Como es lógico suponer, ni la industria ni los gobiernos patrocinan a todos los artistas. Sin embargo, marcan una pauta muy clara de cómo debe ser la perspectiva a mostrar y el producto final para que sea aceptado. Es difícil escapar de este funcionamiento, tanto si eres el creador o el consumidor, ambos estamos inmersos en el juego. La pauta no es ignorada ni siquiera en disciplinas que son (en apariencia) libres para su difusión, pero esta libertad entra en la mecánica de las redes sociales que señalaba antes. En estos canales de divulgación no hay cabida para contenidos que saquen a los consumidores de ese estado de hipnosis, no puede existir algo que lo devuelva al aquí y ahora. Entonces los autores autopublicados e independientes (bien sean músicos, escritores, ilustradores…) lo tenemos complicado para no perdernos en un contenido complaciente y que la propuesta no se pierda en un mensaje estándar.

Lo curioso no es que el arte se vea afectado por estos mecanismos (eso ha ocurrido desde siempre), sino que no nos demos cuenta de ello y es lamentable que algunos artistas abandonen sus ideas, proyectos, para encajar en un mercado que, me temo, de momento, no nos necesita. Aquí nos encontramos con uno de los dilemas a los que se enfrenta el artista:

¿Debe insistir en complacer a un mercado (porque no tienes acceso al público que sí pudiera interesarle) y adormecer la propuesta con la esperanza de ser descubierto por la industria? un poco como en la canción de David Bowie, The Man Who Sold the World, que piensa que situaciones como los ejemplos de Mima y las auto aceptadas como lobas, Avicii y otros tantos, no me pasarán a mi, yo nunca pierdo el control. Jugar con fuego es peligroso, generalmente quema.

¿Debe ser fiel a su propuesta y buscar incansablemente los espacios para ser escuchado? Van Gogh murió en la miseria porque su trabajo no encajó en la visión del arte de su época y Canserbero encontró su final como rapero independiente de forma abrupta, bajo la figura oficial de suicidio. Esta opción, sin duda, es arriesgada.

Entonces, como artistas debemos buscar el camino del medio, el de la expresión y la conciencia. Habrá que encontrar la forma de jugar sin morir de libertad o físicamente. El humano siempre ha encontrado una salida ante tales dilemas.




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13 comentarios en “Mecenas, algoritmos y arte

  1. Interesantisimo artículo, Rosa.
    El entretenimiento y el arte debería ser solo una cuestión de gustos, camino difícil, amplio, personal y cambiante. Sin embargo, imperan más las modas globales y, como bien dices, los intereses de quienes pueden promocionarlos.
    La idea de ir de borregos o de independientes rarunos es complicada cuando no se tiene dinero para llevar a cabo una idea o disfrutar de ella.
    Creo que hoy en día hay más invisibilidad que nunca, porque siendo las RRSS un vehículo interesante para que cualquiera lleve su arte a todas partes y a todo el mundo, queda sepultado por tantísima información, que no tiene por qué ser de más calidad que la suya.
    Al final, como siempre ha pasado, lo importante es buscarse un buen padrino, ahora llamados mecenas, que te abran puertas y te las paguen.
    Nosotros, los que no lo tenemos, tendremos que contentarnos con que el azar elija la bolita del bombo de nuestra lotería.
    Enhorabuena por la entrada.
    Un abrazo

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    1. Hola José, me alegra que te haya gustado el post. Es cierto que la elección de qué tipo de arte te gusta o no, debería ser más personal, lamentablemente los gustos o los no-gustos, lo bello y lo feo, lo bueno y lo malo, ya están clasificados para que los aceptemos como tal, sin cuestionarlos.
      En cuanto a los mecenas, siempre han existidos anulando a muchos para resaltar a muy pocos. ¿Te imaginas competir con el mecenazgo que tenían Miguel Ángel, Leonardo o Rafael? De solo pensarlo me da escalofríos jajajaja 😁 Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾

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  2. Me gusta mucho todo lo que hablas del juego, esa actividad que llevaba al niño a desarrollar su pensamiento incipiente, a acomodar las vivencias que le dejaban sus experiencias, se ha ido perdiendo y no se diga en el adulto, metidos en el mundo de lo vano, de lo hipnótico.
    Muy buen artículo y el final una conclusión muy acertada el camino del medio, no solo en el arte, sino en la vida. Abrazo

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    1. Hola Themis. Así es, por desgracia nos encontramos viviendo dentro de una nada existencial que nos lleva hacernos eco de cosas banales. Esperemos que el futuro no sea tan incierto como, en apariencia, se presenta. Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾

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  3. ¡Que gran artículo, Rosa! Se dice que se ofrece lo que el público demanda y se cierran bibliotecas, salas de cine de arte y ensayo… Creo que hoy es más difícil elegir lo que a uno le gusta por las costosas campañas publicitarias sobre un producto antes de ponerse a la venta. Si es infantil, los niños lo van a demandar; si es para adultos, pasará lo mismo. ¿Elegimos lo que nos gusta realmente o más bien lo que previamente nos han inculcado que merece la pena? O simplemente porque es lo único que conocemos, porque, es paradójico que en una mundo globalizado con tanta abundancia de medios y recursos de información, los que no son avalados por los grandes mecenas no aparecen en los sistemas de búsqueda que todos conocemos. Si tenemos suerte, el boca a boca funciona rompiendo muros, como en los tiempos de antes y te encuentras obras que son verdaderas joyas.
    Un abrazo, Rosa.

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    1. Así es María Pilar, desde hace mucho las modas condicionan los gustos y por lo general, consumimos lo conocido. Es como la paradoja de Abilene: se hace lo que le gusta a la mayoría y le gusta a la mayoría porque es lo que se hace.
      Tengo la esperanza de que, de alguna manera, podamos romper estos algoritmos, tendremos que aventurarnos.
      Gracias por el comentario. Un abrazo 🐾

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  4. Una reflexión muy interesante, Rosa.
    Sigues la línea de reflexiones acerca del arte y los artistas que iniciaste hace muchos meses. En esta ocasión profundizas en aspectos diferentes a los mecenas, tanto particulares como de instituciones, para centrarte en los algoritmos que nos dominan y marcan nuestros gustos, además de centrarte en esos esfuerzos, acompañados de fuertes concesiones personales que han de hacer algunos artistas para entrar y seguir en un mundo artístico complejo.
    Tus palabras sobre el juego, ese nuevo concepto al alcance de los dispositivos, de que el premio es “apagar el aquí y ahora” es muy acertado.
    Confío en que recopiles esta serie de reflexiones y vean la luz en algún momento.
    Un fuerte abrazo 🙂

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    1. Hola Miguel. Es lamentable, pero el alejarse de la realidad es algo que no solo afecta al juego. También al arte y me temo que a las relaciones interpersonales. Es una nueva manera de «enfocar la vida».
      En cuanto a las reflexiones estoy trabajando en ellas para hacer uno o varios PDF. Gracias por tus palabras. Un abrazo 🐾

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