Propuesta interesante, brillante mezcla de géneros y registros con un desarrollo artístico hermoso.

Sin pretender ser un thriller, ni una comedia, ni un drama, en una hora y cuarenta y cinco minutos nos da un paseo por todos estos géneros de forma fluida.

Si hubieran contado la historia y hecho la propuesta plástica tal como lo hicieron, sería una película más de crimen con pretensiones de ligera, o comedia. Pero a mi modo de ver, y no soy una experta, da un paso más. Encontré este toque de novela latinoamericana desde la primera escena y apariciones de los galanes responsables del drama, pero esa imagen contrasta con la chica del principio que tiene un tono más del Netflix de estos tiempos: mujer empoderada que no le importa nada, contestona y valiente (eso me pareció a primera vista, como Martin Riggs (Mel Gibson) de Arma mortal (Lethal Weapon, 1987) pero en femenino y en 2020. Fue la mezcla la que me dio curiosidad.

Se le ha acusado de manida y es cierto que la propuesta no está en la trama. Lo que la distingue de otros asesinos en series, de los miles que hemos visto, es que la propuesta es narrativa, es a través de quienes cuentan la historia. Los personajes son la propuesta, sus perfiles por así decirlo y cómo interactúan dentro de la misma trama.

Por otro lado, se apoya en una estética colorida, con luces que permite reflejar algunas realidades sociales de forma sutil y elegante.

Con trama sencilla y un gran despliegue teatral nos hace disfrutar sin necesidad de pensar, lo que se nos pide es observación para los detalles que están allí, más que como personajes mudos, están un poco como nosotros: como espectadores. Puede que esto haya sido intencional o no, la verdad es que no he encontrado nada al respecto, lo cierto es que me ha parecido original y divertido. Y la intención de Mrs. Serial Killer es clara: entretener.

Son sorpresivos los movimientos coreográficos, la música, los juegos de luces. Los cambios de escenarios van del paisaje natural a los recreados por la escenografía. En estos se hacen referencia al arte industrial (en el hospital abandonado); al cinetismo (con las bolsas de suero a manera de un penetrable); al futurismo (con el juego de las perspectivas), sin dejar atrás los colores y elementos propios de la India. De paso, en varias escenas se hacen guiños a la realidad social hindú. Entre otros muchos detalles que hay que ver con atención recuerdo el traje a la manera de la India colonial, que lleva la protagonista para realizar una visita importante.

También he leído algunas criticas que le achacan ser «demasiado india» y realmente me parece un prejuicio, para ver algo que está a la altura de cualquier tema plano de los miles que presentan Hollywood, Disney o cualquier productora de cualquier pías con respecto a las parodias, al terror o cualquier otro género. Personalmente creo que el arte (y el cine es una expresión de éste) es un lenguaje universal, sea una película/serie española, india, norteamericana, latinoamericana, asiática o de donde sea. Es una visión de sus actores e interpretaciones sobre algo que les rodea. Para ser «demasiado» de alguna nacionalidad sería necesario retratar con absoluta fidelidad la realidad y dejar de lado la fantasía, pero esto sería o un documental dramatizado o una obra costumbrista y no es el caso. Es curioso que no la hayan acusado de ser excesivamente comercial, ni de ser abiertamente Bollywood y es porque no lo es.

La historia lineal se completa con elementos del entorno, nada está puesto por azar y resulta divertido ver los guiños que se hacen al espectador en forma de opinión silenciosa de los objetos, que más que «decorar» juzgan y/o aconsejan a los personajes: Estatuas (en imagen al lado de la lámpara amarilla) que da su opinión sobre la conversación con un gesto o retratos irónicos detrás de Sona Mukerjee (Jacqueline Fernández) hecho con una sonrisa y flores, o de ella misma en poses de mujer de alta sociedad, señorial, dulce, muy al estilo de su voz como personaje, es decir muy de telenovela latinoamericana a juego con el galán: el inspector Shahid (Mohit Raina) que en la imagen de abajo sujeta una instantánea de ellos como pareja en el dorso de su placa y lleva la parte thriller cual poli bueno-galán de cualquier película. El Dr. Mrityunjoy (Manoj Bajpayee) es el encargado de hacer de psicópata revestido de bondad y simpatía. La música lleva el ritmo de la trama como un personaje también anexo, como un narrador (obviamente hay mucha percusión)

Como ya he dicho es a través de una trama sencilla, sin grandes giros, que la narrativa va cambiando de color con cada uno de sus personajes inmersos en su propios mundos: la protagonista enmarcada en el drama, al mejor estilo de una telenovela. El policía, decidido a capturar al asesino, vive el thriller. La super-chica con un gran dominio de las artes marciales representa la aventura y la acción. También están: el inocente, el sarcástico, el mafioso, un asesino en serie y los personajes del pueblo que se mueven como el antiguo coro griego. Es interesante el registro de cada personaje/actor que se mantiene sin resultar confuso o forzado y sin que se pierda el centro de la trama: descubrir y atrapar al asesino en serie. Pero recuerden que no es ni una historia de amor, un ni thriller al uso.

Otro aspecto es la sutil evidencia de nuestro día a a día: en un juicio llorar y a la vez jugar al Candy Crush, por ejemplo, o ver un tutorial de cirugía antes de aventurarse a rajar a alguien, representar por video conferencia en un juicio a un imputado… Puede que esto sea tomado como intento de comedia por algunos, aunque a mi parecer fue algo natural.

En definitiva a mi parecer cumple su propósito y plantea un experimento con el tejido de registros, que pueda que lo logre o no, pero es innegable que resulta por lo menos interesante además de muy estética. No apta para mentes convencionales o para quienes esperen algún género al uso. Es divertida, bonita y engancha ver hasta dónde se puede mantener el personaje sin invadir el registro del otro, más que por resolver el crimen en sí.

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